Especial El Futbolólogo
SOLO TE PIDO UN ANGEL


Ángel Di María no tiene sangre en las venas, tiene pegamento. Nunca he visto un jugador más cohesivo que él. Seguramente Di Stéfano (Q.E.P.D.) lo habría querido para su Madrid. Nadie me quita de la cabeza que si hubieran coincidido en la misma época se habrían llevado bárbaro en la cancha.

Porque Di María es como tener dos columnas vertebrales en la misma espalda. Su físico privilegiado de flaco resistente le da condiciones tácticas envidiables, de ida y vuelta permanente. Siempre está ahí, para recibir o para descargar, con Cristiano o con Messi, da igual. Su eficacia es idéntica. Al primero lo asiste desde la banda, con el segundo juega más cerca. Nadie (repito: nadie) entiende a Messi como él. Porque él es el único que se ubica bien para recibir cuando a La Pulga le están comiendo los talones cinco o seis dóberman: “yo me tengo que desmarcar porque sé que la pelota me va a llegar” le dijo una vez a Olé. Los que recuerdan el tándem Caniggia-Maradona entenderán mejor de lo que hablo.

Un futbolista, del arquero al 9, se destaca por su técnica, por su entendimiento del juego-espacio (juego táctico) y su entendimiento de los momentos del partido (juego-tiempo). Esto último se refiere a saber qué hacer y cuándo. Si tirar un caño, gambetear, simular falta, pedir tarjeta, córner, offside…lo que llaman picardía, malandragem en Brasil. Pocos saben leer el fútbol como él. Por eso Di María hace jugar bien a cualquiera a su lado y a cualquier equipo en el que esté.

Solo le pido a Dios (al de La Biblia, a Maradona, al que me quiera oír) que me lo cure a Ángel. Porque lo necesito, yo, el núcleo egoico que está  tecleando ahora mismo. No lo pido para nadie en especial, ni siquiera para los argentinos: lo necesito para mí. Porque me levanté a la dos, tres de la mañana (y me acosté a las cinco) para ver a los “cuatro ases”: Messi, Di María, Higuaín y Agüero. Y en todo el Mundial no jugaron un solo partido como en las eliminatorias. Contra Bosnia el Pipita no entró desde el arranque; ante Irán no se podía ni jugar; contra Nigeria se lesionó el Kun; contra Suiza apareció Di María pero seguíamos sin el gol del Pipa; contra Bélgica apareció Higuaín pero se lesionó Di María; ante Holanda regresó Agüero pero nos faltó Ángel. En todo el Mundial, Argentina no tuvo espacio para contragolpear dos veces seguidas. Tuvo que convertirse en un equipo dominador desde el arranque, con más toque horizontal que vertical. Por suerte la defensa y el arquero se beneficiaron de esta posesión indeseada. Ahora que atrás estamos bien, es hora de meterle carbón al asado.

La final será contra Alemania, un rival enorme. Ellos también sufrieron la metamorfosis, pero al revés. Arrancaron livianito, tocando y tocando, casi con intención de cuidarse del calor y las lesiones. Pero recuperaron el estilo a partir de los cuartos de final. Ahí entraron con el 4-2-3-1, el de Sudáfrica 2010, con Hummels y Höwedes como únicos cambios. Ante Brasil muleto metieron 5 goles en 30 minutos, 7 en 90 regulando. Klose dejó para la posteridad el listón de 16 marcas en Copas Mundiales. A Miroslav le gusta la carne argentina, la huele desde lejos. Siempre le hizo goles a La Albiceleste.

Por lo tanto, tienen que estar los cuatro. Y para eso, Ángel se tiene que curar de su desgarro. Él, que es todo de pegamento, debe enviar las informaciones necesarias a los células musculares para que se unan. Quiero creer que el milagro es posible. Sé que hay gente que necesita cosas más importantes que yo, pero no me importaría darles a los alemanes 7 goles de ventaja a cambio de que Messi, Di María, Higuaín y Agüero hagan uno cada uno, de contragolpe, si no es mucho pedir. Solo así podré descansar en paz, hasta el próximo Mundial. 


El Futbolólogo

1 comentario:

  1. me instruis siempre! me gustó mucho tu comentario,ojalá que mañana Di María esté bien y se que ganemos..!

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