Fútbol y Guerra

UN PARTIDO DE NAVIDAD



Se dice comúnmente que el fútbol es una metáfora de la guerra. Y algo de cierto puede haber. Cuando juega nuestra selección, por ejemplo, todos estamos conmovidos por el himno, la bandera, viendo a los jugadores con caras de soldados de la independencia. Ellos juran ir a muerte en cada pelota. Danny Blanchflower decía que: "el fútbol no consiste en ganar, meter goles, hacer paradas o en la hinchada... sino en lograr la gloria". Se trata de crear hegemonías y subordinaciones simbólicas hasta el próximo partido.


Sin embargo, creer que el fútbol sigue ganando adeptos solo por su naturaleza competitiva es un error de principios. Competir está en la naturaleza del hombre, es cierto. Pero aun cuando en los extremos de la lid esté la propia muerte o la aniquilación del otro, la lucha de igual a igual es la experiencia más intensa y significativa que tiene el hombre para descubrir la verdadera humanidad y hacerse hermano con ella.


Hay una historia que así lo demuestra. En la Primera Guerra Mundial, las tierras de Francia y Bélgica estaban surcadas por miles de kilómetros de trincheras donde los soldados morían en combates sin descanso. El 24 de diciembre de 1914 ambos bandos decidieron poner fin a los disparos y en un pozo y en otro solo hubieron festejos por la nochebuena. El respeto fue mutuo. Ninguno de los ejércitos pensó en traicionar al otro con una emboscada. Al día siguiente, sin que nadie lo sepa, los capitanes pactaron una tregua: “La Tregua de Navidad”. Los soldados salieron de su escondite, se vieron las caras por primera vez y se estrecharon las manos. Aunque todo esto parezca una locura, fue así. Por unas horas ni siquiera hubo altercados (¡piensen que el día anterior se estaban matando a tiros!). En vez de granadas de mano trocaron tragos de ginebra, cigarrillos en vez de balas, chocolate para mitigar el frío y el odio. Por si todo esto fuera poco ¡hasta se jugó un partido de fútbol! que según revelaron las cartas Alemania ganó por 3 a 2 al combinado anglo-francés. El resultado es anecdótico, ya lo sé. Pero de no ser por esos correos enviados por los soldados a sus familias jamás podríamos haber conocido esta historia. Nunca se oficializó el nombre de quienes iniciaron la tregua o si fueron juzgados por ello. Lo único que se supo es que muchos de los que estuvieron allí se quedaron con las ganas de saber un poco más de la vida del otro, o porqué no decirlo, de volver a verlo. En 1983, Paul Mc Cartney, conmovido por esta historia, la reconstruyó creando una canción llamada “Pipas de la Paz”.




Este es un humilde regalo de Navidad para todos los lectores de El Futbolólogo. Aunque se insista en la metáfora de que fútbol y guerra son la misma cosa, esto no es así. El fútbol se juega en paz y la paz siempre es posible. Si ellos pudieron crearla entre tanta muerte, aunque sea por unas horas, nosotros también podemos.




El Futbolólogo

Wesley Sneijder

EL FÚTBOL SUELE SER INGRATO



Antes que nada quiero aclararles algo: soy fana del Barcelona, de Xavi, de Iniesta y de Messi. Especialmente de este último, al que considero el mejor jugador del momento. Lo disfruto en cada partido. De Xavi Hernández ya he dicho que me gustaría que ganase el Balón de Oro 2010. Hasta un niño puede deducir que España y el Barça juegan de una manera con él y de otra sin él. Puede faltar cualquiera de sus compañeros, pero cuando el “cerebro” no está el equipo se atasca.


Andrés Iniesta es como el agua de una tubería rota. Se filtra, se mete despacito en la pared defensiva. Gambetea sin mirar al contrario, apretando los puños de la camiseta (cuando es de manga larga) sin dejarse descubrir la jugada que está pensando. Y cuando uno menos lo espera… tác! pasó para el otro lado o dejó a su compañero en posición de gol. Sin ellos dos Messi, definitivamente, no podría ser el mejor jugador del planeta, lo aprueba su bajo rendimiento en la selección de Maradona, donde ni Xavi ni él jugaban por ser españoles.


Como muchos ya lo sabrán, los tres conforman la terna por el Balón de Oro que se entregará el próximo 10 de enero. Será un premio no solamente para los futbolistas sino también para todo un club, para una filosofía de juego y para la Masía, esa escuela donde se moldearon y donde se siguen moldeando los futuros cracks de la institución blaugrana. Este Balón de Oro, Plata y Bronce será un premio al trabajo de muchísima gente, entre personas conocidas y anónimas.


Pero no puedo negar mi decepción por la falta de un jugador en esta gala: Wesley Sneijder. El holandés tuvo una temporada 2009/2010 fantástica en el FC Inter, con el que ganó la Copa Italia, la Serie A (campeonato nacional italiano) y la UEFA Champions League. Fue el primer triplete del Inter y también el primero en toda la historia del fútbol italiano. El título de campeones de Europa le devolvió a la comunidad interista su lugar entre los grandes. Los neroazzurri no levantaban ese trofeo desde 1965, 45 años exactamente. Fue mérito de toda la escuadra, del entrenador Jose Mourinho y también del organizador holandés, que ganó el premio al Mejor Centrocampista de la competición.


2010 fue también el año del Mundial, cómo olvidarlo. En Sudáfrica los Naranja de Sneijder llegaron invictos a la final, que perdieron contra la España de Xavi e Iniesta, este último, autor del único gol del partido. Holanda fue subcampeona habiendo ganado y perdido la misma cantidad de encuentros que La Roja, metiendo cuatro goles más y recibiendo también cuatro más que los de Vicente del Bosque. Con esto no quiero decir que España no mereciera su primera estrella mundialista. Pero es cierto que Holanda solo trastabilló al dar su último paso, impotente ante la solidez de los ibéricos. Wesley fue elegido Balón de Plata de la Copa FIFA 2010 con el 21,8% de los votos, detrás de Diego Forlán, que obtuvo el 23,4%. También quedó tercero en la tabla de goleadores: marcó 5 dianas y metió una asistencia en 652 minutos, quedando por detrás del alemán Thomas Müller (5 goles y 3 asistencias en 473´) y del español David Villa (5 goles y una asistencia en 635´, apenas 17 menos que el armador neerlandés).


Una vez en los Países Bajos los 23 jugadores y el cuerpo técnico fueron recibidos con todos los honores. Pasearon en botes adornados con tulipanes por los canales de Amsterdam, siendo aplaudidos y victoreados por la gente emocionada. De regreso a Italia, Wesley se puso a las órdenes del flamante entrenador del Inter, Rafa Benítez, y juntos ganaron la Supercopa de Italia, batiendo a la Roma por 3-1 en partido único jugado el 21 de agosto en el Giuseppe Meazza. Seis días después, el equipo cayó malamente ante el Atlético de Madrid, campeón de la UEFA, por 0-2 en Mónaco, entregando así la Supercopa de Europa y la posibilidad de repetir el récord del Barcelona de Guardiola, cuando la temporada anterior ganaron seis títulos de seis disputados.


Con todo, cuatro títulos de cinco y un subcampeonato del mundo (con Balón de Plata y Bota de Bronce incluidos) son méritos más que suficientes como para postular a un jugador al Balón de Oro ¿no lo creen? Yo no sé muy bien como va esto de las votaciones, les voy a ser sincero. Si al menos se hubieran publicado los resultados de las mismas sabríamos si Sneijder no entró en esa terna por poco o por mucha diferencia con el tercero en cuestión. Más de uno de los periodistas y autoridades que no lo votaron estará ahora sin poder dormir bien, porque Wesley todavía puede cerrar un año único para un futbolista con un triunfo en el Mundial de Clubes. Como campeón europeo, el Inter jugará directamente la semifinal ante el Seongnam Ilhwa de Corea del Sur. De ganarla, la final será el próximo 18 de diciembre contra el ganador del cotejo entre el TP Mazembe, Campeón de Africa, y el Internacional de Porto Alegre, campeón de la Libertadores. Si ganan los italianos va a ser lo más injusto jamás sucedido en la historia del Balón de Oro. Con perdón de Xavi, Messi y Andrés Iniesta, Sneijder merecía estar entre ellos tres al menos como una excepción a la regla (es decir, en un cuarteto) para la premiación al mejor jugador del año 2010.





El Futbolólogo