Matemática futbolística
BOCHINI + PLATINÍ = RIQUELME

Cuántas veces hemos escuchado a los aficionados, a los relatores, a los televidentes en los bares o hasta a los propios periodistas decir frases como: Este jugador me recuerda a… o Su estilo de juego se parece al de... Sí, es verdad, a veces solemos identificar a nuestra estrella con aquel viejo jugador leyanda del virtuosismo. Y eso no está mal ya que, al fin y al cabo, el fútbol se nutre del ejemplo de aquellos que supieron marcar como nadie el camino del buen juego, vistoso y eficaz. Bochini + Platiní = Riquelme es una manera de comprobar la teoría y es también una forma de entender el porqué de ese movimiento centrípeto que genera el futbolista habilidoso, capaz de cambiar el destino de los partidos con su magia.

Comenzaremos con Ricardo Bochini, una de las máximas leyendas del fútbol argentino. El 1o de Independiente jugó casi veinte años (1972-1991, la totalidad de su carrera) como manija del equipo con el cual ganó 4 Copas Libertadores y 2 Intercontinentales. El parecido con Riquelme es, sencillamente, la capacidad sobrehumana que tenía El Bocha para generar juego en espacios reducidos y salir airoso con un último toque, que bien podía ser un pase-gol o un remate inatajable al arco.

Bochini es un misterio del juego... decía Horacio Sande; con él comienza la historia del «enganche» en nuestro fútbol ya que era un pasador especializado y un conductor magistral con la pelota en los pies. Sus paredes con Bertoni, Burruchaga e Insúa son una marca registrada, lo mismo que sus asistencias a delanteros como Percudani o Alfaro Moreno. Maradona lo evoca entre sus ídolos y Claudio Marangoni, su gran compañero, lo recuerda simplemente como El Mago. Sin dudas él, junto con Diego y Riquelme, marcaron un estilo en esa posición.

La verdad que no fue fácil encontrar un video bien editado de sus enormes jugadas y el siguiente no sé si alcanza a exhibir la grandeza del Bocha en las canchas de fútbol. Pero igual lo vamos poner para aquellos que no lo conocieron. Eso sí, antes de lanzarlo a la web es menester pronunciar estas palabras: Dibuje maestro!!
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Por su parte, Platiní fue mucho más allá del puesto de enganche. Tras una aparición muy joven (casi 23 años) en el Mundial´78 como volante por izquierda, pronto sus entrenadores se dieron cuenta de que el francés generaba una atracción irresistible del balón hacia él. Llegó a la Juventus en 1982, donde el técnico Giovanni Trapattoni lo recibió armando un esquema táctico en torno suyo, bajo la consigna: "Un equipo de fútbol es una defensa de hierro y un ataque inventivo". La formación (4-3-1-2) se completaba con las bestias que en poco tiempo saldrían campeones en el Mundial de España (Zoff, Gentile, Scirea, Cabrini, Tardelli...) y el equipo comenzó un ciclo de victorias y copas que sería prácticamente irrepetible para la historia del club.

Como Riquelme, también Platiní trasladó su dependencia futbolística de la Juventus a la selección francesa. Allí su tocayo Michel Hidalgo le cambió la posición, de 10 clásico a enganche, formando un rombo con Giresse, Fernandez y Tiganá detrás de él al que le llamaron El Cuadrado Mágico. De esta manera se liberó totalmente de perseguir marcas, pero a cambio debió correr mucho más para desmarcarse. Ese sacrificio fue fundamental para llegar a las semifinales del Mundial de España´82, ganar la primer Eurocopa de su país (Francia´84) y quedar terceros en México´86. Jorge Valdano, al término de ese Mundial, lo comparó con Maradona diciendo que: Para destacarse, Platiní necesita un equipo que se mueva al ritmo de él... en cambio Diego necesita una pelota; eso solo. Es probable que esto sea cierto, pero no podemos olvidarnos que Platiní, como Maradona, también hizo grande a sus equipos y que dentro de ellos siempre destacó, hasta el punto de llegar a convertirse en el máximo artillero de la historia de la Eurocopa con 9 goles y en el único jugador capaz de obtener tres Balones de Oro consecutivos (1983/84/85). Todo esto fue capaz de hacerlo porque era conciente de su grandeza, aunque prefiriera no hablar mucho sobre ello.
Dentro de la cancha, su imagen desarreglada de niño callejero -siempre jugaba con la camiseta afuera- contrastaba con la minuciosidad de su arte, con la técnica de sus centros y con el toque personal que le daba a la pelota a la hora de definir. Éste es el rasgo que más lo emparenta con Riquelme, así como la competitividad y los celos que generaba en sus adversarios.
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.Riquelme es la primera impresión de aquella humildad incorruptible de Bochini contrastada con la seguridad personal de Michel Platiní. El 10 de Boca es la máxima expresión del enganche, casi un coqueteo mismo con el capricho de la dependencia futbolística. Como el Bocha, su visión estratégica lo hace un asistidor infalible; como el francés, sus pases y tiros libres a colocar tienen el sello de una pierna derecha prodigiosa.
Arrancó como volante central en Argentinos Juniors. Allí lo conoció José Pekerman y pronto lo convocó para la selección sub 20 que salió campeona en el Mundial de Malasia´97. Según palabras del propio técnico: “Riquelme es un 5 – 8 -10, porque recibe la pelota en posición de 5, la transporta como un 8 y define la jugada como un 10”.
A continuación, proponemos un primer video de él con un ranking de sus mejores jugadas. Eso sí, por lo que se ve en las imágenes, nos queda clarísimo que en lo de pisar la pelota no tiene comparación.
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Como Platiní, el 4-3-1-2 es el sistema en que este jugador se siente más cómodo. Así funcionaba en el Boca de Bianchi, con el que ganó dos Libertadores y una Intercontinental. Sin embargo, su paso por el fútbol europeo quedó marcado por la falta de voluntad que ponía para recuperar la pelota. Nunca se llegó a un arreglo, ni con van Gaal en el Barcelona ni con Pellegrini en el Villarreal. Y hasta tal punto fue la cosa que los dos entrenadores llegaron a desafectarlo de sus equipos titulares.
En la selección argentina brilló en la etapa Pekerman y en lo que duró el ciclo Basile. Como le pasara a Bochini con Alonso y Maradona, siempre quedó a la sombra de aquellos jugadores más explosivos que él, como Ortega -elegido por Bielsa- o el propio Lionel Messi, por lo cual decidió bajarse del carro más de una vez antes que lanzarse a competir con ellos por la titularidad.
Riquelme es un problema para los técnicos que gustan de jugar con más de dos delanteros en ataque o con menos de tres volantes defensivos. Como Platiní -en palabras de Valdano- para lucirse necesita un equipo que se mueva a su ritmo. Siendo así, no nos caben dudas de que es el más desequilibrante de los conductores que existen hoy en el fútbol argentino.
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.Cuando aún está en duda su regreso o no a la selección mayor, la verdadera pregunta que nos hacemos nosotros es: ¿existe o existió alguna vez un jugador capaz de generar, con su estilo futbolístico, la dimisión de la voluntad del resto de los componentes del equipo para entregarle a él la responsabilidad de conducirlo? Creo que ya ha quedado demostrado que sí, que sí existe. Bochini, Platiní y hasta el propio Maradona -actual técnico de la selección argentina- fueron en su etapa de futbolistas la antorcha de sus equipos, los generadores del juego y los únicos con libertad de movimientos. Si alguien no cree en la posibilidades de que Riquelme pueda estar a la altura de esa responsabilidad en la selección argentina debería, al menos, proponer otro plan de estrategia.


El futbolólogo