Beckenbauer vs Passarella
DUELO DE KÁISERES
-última parte-


A diferencia de Beckenbauer, Passarella conoció la gloria en su debut mundialista. No obstante, ni él ni el resto de sus compañeros del 78 volvieron a repetir una final, aunque Daniel todavía figure como el único argentino bicampeón del mundo. Por más que hubo quienes creyeron que la temprana gloria era capaz de quitarle el hambre de títulos, su nivel nunca decayó y quedó visto que la competición que mejor lo mantuvo en forma física y mental, durante toda la década del 80, fue su solapada -pero directa- rivalidad deportiva con Diego Armando Maradona.

La misma comenzó en 1981 cuando el de Villa Fiorito llegó a Boca. Entonces el mejor jugador de la Argentina pasó a ser rival directo del capitán de River y de la selección. Los duelos no se hicieron esperar y Maradona pronto demostró estar más que motivado para ganar los Superclásicos. Igualmente, para finales de ese año los dos clubes lograron salir campeones, Boca del Metropolitano y River del Nacional, apelando, este último, al fichaje de Mario Kempes para reforzar la escuadra. Ya para 1982, el diez de Boca fue transferido al Barcelona y, como no podía ser de otra manera, el Mundial de España los tuvo a ambos como titulares indiscutidos.
Aquel mundial europeo propuso varios cambios con respecto al disputado cuatro años antes. Por empezar, ocho equipos más se sumaron a la competición, razón por la cual la FIFA decidió armar una segunda ronda compuesta de cuatro grupos de tres participantes y no de dos de cuatro, como lo había sido en las anteriores ediciones de 1974 y 1978. Otra de las novedades de España´82 fue que esta vez la mayoría de las selecciones con chances de pelear el campeonato -como Brasil, Italia, Alemania, Inglaterra, Francia, Polonia o Perú- arribaron con representativos lo suficientemente maduros y con varias estrellas de renombre dentro sus respectivas alineaciones.
Pero lo que más diferenciaba al mundial ibérico de su símil de Argentina, era que en éste sí había un equipo que marcaba el nivel de la competición: la extraordinaria selección de Menotti. A la base campeona del mundo, el técnico argentino había sumado las incorporaciones de Maradona por Oscar Ortiz y de Ramón Díaz por Luque, ambos convocados, junto con Barbas y Calderón -que figuraban entre los suplentes-, por haber sido la figura y el goleador del Mundial Juvenil Japón´79 respectivamente. En lo táctico, la flamante estrella del FC Barcelona ocupó el lugar de Kempes, quién pasó a su vez a jugar de delantero centro, lo cual le quitó a Mario esa entrada "Matadora" de mitad de cancha hacia el arco, patentada en el Mundial´78. Para colmo de males el propio Maradona se mostró bastante empecinado en la motivación personal de querer ser figura en su primer mundial, lo que le terminó jugando en contra al equipo, más acostumbrado al funcionamiento vertical que al de la posesión de la pelota. Por último, el peor de los defectos que mostró aquel platel, ya desde el arranque, fue el de creerse campeón del mundo antes de jugar la Copa, es decir, desde la concentración mísma, impresión que en el país se sintetizó con una sola palabra: aburguesarse.

Todo quedó demostrado en el debut. La derrota ante Bélgica por 1-0 en el Nou Camp de Barcelona complicó prácticamente el fixture siguiente. Las dos victorias posteriores, ante Hungría (4-1) y El Salvador (2-0), no alcanzaron para clasificar primeros en el Grupo C y los belgas, que terminaron aventajados en la clasificación por un punto, debieron enfrentar a Polonia y a la URSS en segunda fase, mientras que Argentina entró en el "Grupo de la Muerte" con Italia y Brasil. En el primer encuentro de aquella recordada segunda ronda, Italia salió a lo suyo: marca personal de Gentile a Maradona, catenaccio y contragolpe. Allí quedó demostrando que el capitán argentino era el único que estaba apto para preocupar al adversario cuando su compañero ni siquiera podía darse vuelta, víctima de los foules tácticos y de la complicidad del árbitro. Ganó el salto en todos los centros de Olguín al segundo palo -cabeceando desde afuera del área chica- y hasta sorprendió a Zoff con un tiro libre de su marca registrada a los 38 del segundo tiempo. Italia tuvo más suerte que Argentina -como volvería a tenerla contra Brasil- pero a pesar de la derrota, a Passarella le alcanzó ese partido para dejar bien en claro que cuando hacía falta sacaba la chapa de Káiser.



Argentina perdió contra Brasil tres días más tarde y quedó eliminada. Maradona terminó su fracasada campaña con una expulsión por falta a Batista e Italia se consagró, finalmente, campeona del torneo. A su término, Passarella fue nombrado Mejor Central Izquierdo en el Equipo Ideal de España´82 y River aprovechó la oferta de la Fiorentina para venderlo en 2 millones y medio de dólares. Hasta entonces ya había marcado 91 goles, que lo mantienen, aún, como el defensor más goleador de la historia del club y del fútbol argentino.



Pocos meses después, Carlos Bilardo se hizo cargo de la selección y nombró capitán a Maradona. La noticia fue un mazazo para Daniel que no estaba ni siquiera acostumbrado a imaginarse en un segundo lugar. En Italia ya lo consideraban il líbero cappo canioneri; había sumado más de diez goles en sus primeras dos temporadas con "la Viola", los cuales le alcanzaban para superar al alemán Paul Breitner, el defensor más goleador de todos los tiempos hasta entonces.
Pero lo cierto es que, en la selección, el de Chacabuco era para Bilardo lo que Maradona para Menotti: un jugador que le modificaba el sistema táctico. El nuevo DT estaba demasiado obsesionado con la posición fija del líbero y el Káiser prácticamente lo obligaba a jugar con cuatro en el fondo. Ese tire y afloje Maradona-Passarella-Bilardo le complicó mucho la clasificación al equipo. Así lo explica Ariel Borenstein en su libro "Don Julio": "Carlos Salvador Bilardo asumió la conducción de la Selección Argentina con la clara intención de imponer su sello táctico en el equipo (…) Con algunos nombres la tarea no era fácil, dado el peso propio de varios de esos apellidos (…) Este era el caso, sobre todo, de Daniel Alberto Passarella, uno de los pocos jugadores campeones del mundo en el 78 que dejó una buena imagen en el 82 (…) Passarella y otros pesos pesados como Ubaldo Matildo Fillol acusaron el golpe y, aun cuando fueron convocados para integrar la Selección, nunca dejaron de mirar a Bilardo de reojo. Mantenían una pulseada con el técnico, en la que ganaban posiciones cuando el equipo no conseguía buenos resultados, con lo que impedían que la nueva identidad futbolística se concretara en un buen funcionamiento colectivo".

Por aquel entonces los 10 representantes sudamericanos que disputaban las eliminatorias eran divididos en tres grupos, dos de tres integrantes y uno de cuatro. A Argentina le tocó entrar en el de cuatro con Colombia, Venezuela y Perú y los de Bilardo vencieron a los dos primeros en sus respectivos partidos, de local y visitante, obteniendo un total de 8 puntos (antes la victoria valía 2). Perú le seguía en la tabla con 5, habiendo vencido a Venezuela en sus dos presentaciones y empatado con Colombia de local (0-0), pero perdiendo el invicto en Bogotá contra el mismo equipo tricolor (o-1). Por lo tanto, la gran motivación de los peruanos era vencer a Argentina en los dos paridos que le quedaban, mandarla al repechaje y clasificar para el mundial. Como táctica para el primer encuentro, el de Lima, el técnico peruano mandó a su stopper Luis Reyna a perseguir a Maradona por toda la cancha e incluso a esperarlo fuera de ella si el 10 salía para ser atendido. Reyna no solo le hizo caso a su entrenador sino que además golpeó bastante a Maradona (finalmente Perú ganó 1-0 con gol de Carlos Oblitas). Esa fue la razón por la cual, antes del partido de Buenos Aires, la FIFA le hizo un toque a la federación peruana y Reyna fue obligado a jugar su partido del Monumental pegado al 10, pero con las manos detrás bien visibles. A los 9 minutos, Maradona recibió un saque lateral, miró a su marcador de reojo y consiguió escapársele; corrió hasta la línea final y centró para Pasculli, que definió con un remate cruzado: 1-0.
Pero lo que nadie imaginaba era la reacción que iban a tener los peruanos. 12 minutos más tarde, el "Patrón" José Velásquez empató el partido y a los 39 Jerónimo Barbadillo puso en ventaja a los suyos con un gol extraordinario. En la segunda parte la cosa fue mucho más trabada y Maradona intentó por las suyas hacer un gol, pero como sucediera en los tiempos de España´82, con Italia y Gentile, otra vez Passarella se puso el equipo al hombro y salvó a su capitán de tener que ir al repechaje. A los 36 del segundo tiempo, el Káiser bajó de pecho un centro recontra pasado de Burruchaga y pateó al arco con la pierna de palo (la derecha), casi sin ángulo; la pelota dio en el poste y Gareca la empujó para asegurarla: 2-2. Con esa patriada de Passarella Argentina comenzaba a ganar el Mundial de México´86.



El 15 de mayo de 1986, el Káiser Daniel Passarella jugó su último partido con Argentina en el que fuese empate en cero contra el Junior de Barranquilla. Su despedida de la selección terminó con una amarga expulsión al promediar el segundo tiempo. Más tarde, un brote de enterocolitis, una infección intestinal y un desgarro, producidos durante la concentración del equipo en el Distrito Federal de México, le impidieron disputar su tercer mundial como titular. Con el tiempo se darían a conocer otras versiones, una de las cuales fue contada, precisamente, por el capitán de Bilardo en su libro autobiográfico “Yo soy el Diego de la gente": "Nosotros nos habíamos peleado en la concentración del América de México (…) Yo llegué quince minutos tarde a una reunión junto con los… rebeldes (…) Y entonces nos comimos un discurso de Passarella, bien dictador (…) Estaba queriendo ganarse al grupo de esa manera, sembrando cizaña, inventando cosas, metiendo palos en la rueda. Quería ganárselo desde que había perdido la capitanía y el liderazgo (...) Lo agarró a Valdano, que es un tipo muy inteligente, a quien todo el mundo escuchaba (…) y le metió en la cabeza que yo estaba llevando a todos a la droga (…) Entonces me planté en medio de la reunión (…) y con Passarella presente, conté todo lo que sabía de él y se hizo un silencio profundo… (…) Ahí se rompió todo. Ahí le agarró la diarrea, el mal de Moctezuma, cuando la realidad era que todos meábamos por el culo. Ahí le dio el tirón, ésta es la verdadera historia”.
Otra de las versiones, también de Ariel Borenstein, habla del papel que jugó el seleccionador argentino en dicha concentración: "Bilardo no tenía excusas para marginar a Passarella, quien (…) en la temporada 85-86 (…) había marcado once goles con la camiseta de la Florentina y se había convertido en el defensor que más goles hizo en un torneo en la historia del fútbol italiano (…) Llegado al Distrito Federal, Passarella empezó a sentir molestias estomacales (similares a las de Branco?): se pasaba más tiempo en el baño que en los campos de entrenamiento (...) por lo que tuvo que ser reemplazado por José Luís Brown, un ex Estudiantes (…) La extraña enfermedad de Passarella le permitió a Bilardo disputar el Mundial sin la tensión y la inseguridad que le generaba tener un enemigo en el equipo. Las cosas no podían ser mejores para el entrenador: Diego Maradona, a quien le había confiado la capitanía, fue la gran figura del Mundial.”
Finalmente Passarella subió a recibir su segunda medalla en jogging y evidenciando una debilidad en su andar, producto un poco de las complicaciones que había tenido y otro poco de la frustración que sentía. Al regresar a Italia, se olvidó de todo y comenzó una nueva campaña en el calcio, esta vez vistiendo los colores del Inter de Milán. En total fueron 43 partidos y 9 goles, repartidos en dos temporadas sin ningún campeonato, pero que le alcanzaron para entrar en la lista de los grandes líberos de la squadra neroazzurra, junto con Armando Picchi, Graziano Bini y Atilio Giovannini.



En 1988, Passarella regresó a su querido River Plate de la mano del técnico Menotti. Allí jugó 24 partidos, marcando 7 goles en la temporada 88/89. Pero justo antes de finalizar el campeonato, el ex-seleccionador decidió retirarse del club, siendo sucedido por un hombre de la casa: Reinaldo Merlo. Con él jugaron, y ganaron, la liguilla pre-Libertadores, donde el Káiser tuvo un altercado con el delantero boquense Alfredo Graciani, luego de que éste golpeara a un compañero suyo.



Con otra tarjeta roja -igual que en su despedida de la selección, frente al Junior de Barranquilla-, el 27 de julio de 1989 el Gran Capitán anunció que colgaba las botas. En total fueron 486 partidos y 143 goles (hoy es el segundo defensor más goleador, detrás del holandés Koeman); tres campeonatos Metropolitanos (1975/79/80) y tres torneos Nacionales (1975/79/81) con River Plate; un torneo Juvenil (Toulón´75) y dos Copas del Mundo (1978 y 1986) con la selección argentina.


Hasta aquí hemos llegado con este “Duelo de Káiseres”. Como habrán notado, es mucho más fácil hablar de una carrera plagada de títulos, como la de Beckenbauer, que de una más emparentada con los retos personales, como la de Daniel Passarella. Sin embargo, ambos hombres simbolizan la síntesis del liderazgo dentro del campo. La forma en que se arriesgaron a imponer sus ideas frente a sus respectivos seleccionadores fue la misma, aunque no con los mismos resultados: Beckenbauer le ganó a Schön en Alemania´74 con todo el apoyo de la plantilla -ver Beckenbauer: segunda parte-; Passarella no pudo él solo con Bilardo y Maradona en México´86.
Ambos centrales siguen formando parte de la privilegiada lista de los mejores zagueros y de los enormes adalides que tuvo la historia del fútbol. Cualquiera que se anime a armar un Dream Team de Todos los Tiempos no dudaría en ponerlos. Eso sí, a la hora de tener que elegir entre ellos dos para nombrar a un capitán, es probable que la pulseada la gane el Kaiser alemán.



CITAS:

-Franz Beckenbauer, primera parte:

Eduardo Galeano, "El fútbol a sol y a sombra", Editorial Siglo XXI de España - 2006, pag 142.

-Franz Beckenbauer, segunda parte:

Raimund Hinko, "Duelos de Oro: Cruyff vs Beckenbauer", Diario Marca, Madrid 2006.

-Daniel Passarella, primera parte:

Roberto Mouzo, El Gráfico 100 x 100, 5/5/2009.
Daniel Passarella a Néstor Rossi, Wikipedia.org
Roberto Perfumo, El Gráfico 100 x 100, 10/3/2008.

-Daniel Passarella, segunda parte:


Declaraciones de Passarella luego del partido con Hungría –Mundial´78-, "Libro oficial del «Ente Autárquico Mundial 1978» del XI Campeonato Mundial de Fútbol", pag 35.
Mario Kempes, "ESPN Perfiles: Cubillas, Uno de los Mejores Jugadores en la Historia del Fútbol (Parte2)" –video publicado en you tube-.

-Daniel Passarella, última parte:

Ariel Borenstein, "Don Julio", Editorial Planeta - 2001, pág. 139 – 143.
Diego Maradona, "Yo soy el Diego de la gente", Editorial Planeta - 2000, pag. 143 –145.

DATOS ESTADÍSTICOS:



ACLARACIÓN: Se ha utilizado la denominación Kaiser, sin acento, para referirse a Beckenbauer, y Káiser, con acento, al hablar de Passarella, en cumplimiento de la regla ortográfica que indica que ambas palabras se escriben de forma diferente en alemán que en castellano.




El Futbolólogo
Beckenbauer vs Passarella
DUELO DE KÁISERES

-Passarella: segunda parte-




Hacía ya bastante tiempo que Argentina figuraba como cede de la Copa del Mundo de 1978; pero justo dos años antes de que llegara la fecha, un gobierno militar irrumpió en el país poniendo en peligro la organización del torneo. Como era de esperarse, la cúpula de la dictadura se encargó de desmentir todo hecho de violación a las libertades civiles, llevando a cabo campañas nacionales e internacionales con el slogan: “Los argentinos somos derechos y humanos”. En simultáneo, las obras financiadas en su mayoría con capital extranjero y concesiones a empresas transnacionales seguían su curso y una vez llegado el momento de la aprobación, la FIFA, con João Havelange a la cabeza, se encargó de avalar el proyecto.

Entonces, lo que le quedaba al país anfitrión era armar el equipo y allí comenzó otra polémica. Menotti anunció que entre los convocados no figuraban las estrellas campeonas de Boca –excepto Gatti, casualmente lesionado-, ni los centrocampistas Bochini, Brindissi, J.J. López y Merlo. Por último, la figura del campeonato, Diego Armando Maradona, fue desafectada de la lista a última hora por "ser muy joven" (tenía 17 años).

De los 22 convocados solo tres jugadores habían estado en Mundial anterior: Ubaldo Fillol, René Houseman y Mario Kempes (único internacional del torneo, jugaba en el Valencia de España). Los demás eran todos pibes que habían disputado el Torneo Sub-23 Esperanzas de Toulón, mas algunos novatos del interior como Luís Galván, el “Pitón” Ardiles y Daniel Valencia. La apuesta era grande, más aún siendo locales en una competencia tan importante. Como capitán, finalmente se nombró a Daniel Alberto Passarella por su destacada actuación en el torneo juvenil antes citado y por ser el defensor más goleador del campeonato argentino. La preparación del equipo, llevada a cabo con minuciosidad en lo físico y en lo técnico/táctico, parecía más un entrenamiento militar que una puesta a punto. Para justificarlo todo, el gobierno militar hizo spots publicitarios, eso sí, auspiciados por empresas extranjeras.




De los dieciséis representativos, Alemania llegaba sin su capitán y figura, Franz Beckenbauer, retirado de la selección algunos años antes. Además de éste, Paul Breitner se había pronunciado abiertamente en contra de la dictadura, por lo que los campeones del mundo venían con un equipo a medio hacer, mezcla de veteranos a un paso del retiro (como Vogts y Maier) y de unos jóvenes no del todo maduros (como Rumenigge, de 20 años). Por su parte, Holanda arribó sin Cruyff, otro de los que declaró estar en contra del golpe –veinte años más tarde asumiría que fue víctima de un asalto en el que tomaron por rehenes a su esposa e hijos- y sin Van Hanegem, reemplazados en cancha por los mellizos Willy y René Van der Kerkof, pero contando, a diferencia de Alemania, con el resto de sus elementos prácticamente intactos. Al mismo tiempo, las selecciones campeonas de Uruguay e Inglaterra se sumaban a las ausencias, por no clasificarse, pero sí estaban las infaltables de Brasil e Italia, ambas repletas de nuevas caras. Por último, Perú y Polonia completaban la lista de los que estaban en condiciones de pelear el campeonato, mientras que el resto lo componían los típicos equipos que se vuelven a casa en la primera ronda -excepto Austria, que clasificó para jugar la segunda-.Dadas así las circunstancias, Argentina´78 era un mundial ganable para los de Menotti, no obstante, había que ganarlo. Nadie conocía bien el nivel de los rivales. Platini, Zico, Scirea, Paolo Rossi o Rumenigge (futuros monstruos de la década del 80) eran tan debutantes como Tarantini o Luque, para quienes la localía, ese factor que por lógica beneficia, pesaba mucho más sobre los hombros. En definitiva, en un mundial sin favoritos, ganaba el que diera más pelea y así lo entendió Passarella.

En el primer partido de su equipo, frente a la selección de Hungría, el volante Karoly Csapo enmudeció al Monumental con su gol tempranero. 77.000 almas no podían creer lo que veían y el cuadro albiceleste tuvo que recuperarse ante un rival que había salido a buscar el empate y estaba ganando a los 10 minutos del juego. Durísimo partido, dos expulsados en Hungría (Töröcsik y Nylasi) y tres lesionados en Argentina (Ardiles, Kempes y Passarella). El "Tolo" Gallego y el capitán pusieron la garra para dar vuelta el resultado. Luque y Bertoni marcaron los goles. Passarella, al final de la contienda hizo esta declarración: “Concretamente, estuve por debajo de mi nivel (…) Inclusive el equipo no anduvo bien, pero demostramos que cuando técnicamente las cosas no salen tenemos fuerza para superar ese problema.”





En el segundo partido, Francia pagó cara su larga ausencia mundialista. En nada se parecían los galos a aquel equipo maduro de la década del 80. Tras una mala tarde contra los italianos en su primera prueba (derrota por 2-1), su suerte no mejoró. Passarella convirtió de penal al final del primer tiempo; Platini empató a los 15 del segundo y 13 minutos más tarde, Luque le abolló el arco a Dominique Baratelli, sustituto del lesionado Bertrand-Demanes, con una bolea desde casi 30 metros que el guardameta no pudo contener: 2-1 y Francia afuera del torneo.

Así fue como llegaron Italia y Argentina a su encuentro definitorio por la supremacía del Grupo 1, las dos con cuatro puntos (Italia con un tanto más a favor por haberle ganado 3-1 a Hungría). Pero el equipo del inteligente Bearzot fue el único que materializó con un gol de Roberto Bettega –previo taco de Paolo Rossi- a los 22 del segundo tiempo. Italia primera, Argentina segunda. Las dos clasificadas.




En la segunda fase se mantuvo el sistema de grupos propuesto en Alemania´74. En el Grupo A, Italia, Alemania, Holanda y Austria buscaban en Buenos Aires y Córdoba un lugar en la final. Por el Grupo B, Argentina, Polonia, Brasil y Perú hacían lo propio en Rosario y Mendoza. Allí apareció el “Matador” Kempes, el único internacional, el que venía con chapa de goleador y no había conseguido marcar en la fase previa. 2-0 a Polonia en Rosario, mientras que el Brasil-Perú acabó con victoria canarinha por 3-0.

El siguiente match fue una verdadera batalla campal. Para que se den una idea, Argentina-Brasil se inició con una falta a los 10 segundos y ya en los primeros 13 minutos se totalizaban 14 ante la pasividad del árbitro húngaro, Karoly Palotai, que en ningún momento sacó una amarilla como para calmar alogunos ánimos. 0-0 final y los anfitriones, después de 8 años, seguían sin poder ganarle a los tricampeones del mundo.

Entonces llegó el día más polémico de la Copa y, tal vez, de la historia de los Mundiales. Dos errores garrafales se produjeron antes del Argentina-Perú. El primero de la FIFA, que avaló que se jugase el partido entre Brasil y Polonia unas horas antes. El segundo de los propios militares, que fueron a saludar a los peruanos en compañía de Henry Kissinger –secretario de estado norteamericano y hombre muy cercano a los golpistas- cuando nunca habían hecho tal acto protocolar con otros equipos.

El primero de los hechos tuvo consecuencias matemáticas. Brasil venció a Polonia por 3-1, entonces Argentina ya conocía el resultado con que debía ganarle a Perú: por 4 goles de diferencia. En términos deportivos, Menotti convenció a sus hombres de que podían anotar dos goles por tiempo si disparaban lo suficiente y con la mayor acertividad posible sobre el arco peruano, sin dejar reaccionar al adversario: “Passarella constantemente se iba, Olguín se iba en cada jugada, y realmente era Galván el que se quedaba ahí atrás: Galván y Tarantini o Galván y Olguín. Pero, asimismo, teníamos que pensar nosotros de mitad de cancha hacia delante y no para atrás…” dijo Mario Kempes, varios años después. Así lo entendieron también los peruanos, que en los primeros minutos madrugaron con un tiro de Muñante que dio en el poste y otro de Oblitas que se fue cerca del palo izquierdo de Fillol. Entonces llegó el gol de Kempes al promediar la primera parte, luego un remate de Luque que dio en el poste, otro del "Negro" Ortiz en el travesaño y al minuto 46, el segundo gol de Tarantini: 2-0 en el primer tiempo. El objetivo de Menotti se había cumplido; lo que nadie imaginaba era que vendrían 4 festejos más.



La final enfrentó a Holanda y Argentina en el estadio Monumental de River Plate. El local salió con Fillol en el arco; Olguín, Galván, Passarella y Tarantini; Ardiles (rehabilitado de su lesión en el tobillo luego del trabado encuentro con Brasil), Gallego y Kempes; Bertoni, Luque y Ortiz. Holanda hizo lo propio con Jongbloed; Brandts, Krol, Haan y Poortvliet; Neeskens, Jansen y Willy Van der Kerkhof; Rep, René Van der Kerkhof y Rensembrick. Los europeos salieron a la cancha y cinco minutos más tarde lo hicieron los capitaneados por Daniel Passarella -cuando el acto protocolar indicaba que ambos equipos debían salir juntos-. El propio Káiser advirtió al árbitro que uno de los mellizos, René, traía un yeso en la muñeca derecha y el colegiado se lo hizo cambiar. El hecho parece anecdótico, pero así el local consiguió 7 minutos más de demora, propicios para generar molestia en algunos hombres del conjunto rival. (Video: http://www.youtube.com/watch?v=5gm-b-DkL8) Luego se dio la mano con Krol y Kempes y Luque hicieron el saque desde el medio.

Argentina pegó primero con un remate su capitán, que se comió un gol en la puerta del área chica, llegando por sorpresa tras un centro pasado de Olguín. Holanda respondió con un formidable cabezazo de Rep y con otro derechazo suyo, que Ubaldo Fillol, de extraordinarios reflejos, sacó al corner. A los 38 minutos, gol de Mario Kempes y el país explotó como una bomba atómica a lo largo y a lo ancho de su territorio. Primer tiempo: 1-0 el local arriba.

En el segundo período, entró Nanninga por Rep y ya no se fallaron goles. Larrosa (recién ingresado por Ardiles) se quedó enganchado cuando todos sus compañeros salían para dejar en offside a los holandeses; el astuto René Van der Kerkof se coló por la derecha y centró para Nanninga, quien clavó el empate de cabeza faltando 8 minutos para acabar la final. El partido se puso tenso y aguerrido y el temor se transformó en patadas -el árbitro italiano solo sacó 4 amarillas en los 120 minutos-. En el último ataque holandés, Rensembrick, hasta entonces goleador junto con Mario Kempes, recibió un pase largo ganándole las espaldas a Olguín, burló la salida a Fillol y estrelló su remate en el palo. Era el minuto 90 y "los naranja", por unos centímetros, casi ganan su primer Mundial.

Primer suplementario, los dos equipos salen a ganar. Saca Passarella una falta, recibe Ortíz que enseguida lo ve a Kempes entrar como una bala. El Matador dispara al cuerpo de Jongbloed, el rebote lo favorece; dos holandeses van con plancha -y él también- pero gana el cordobés. 2-1 a los 15 del primer suplementario. Kempes Bota de Oro, con 6 tantos. Segundo suplementario. Gol de Bertoni a los 11 minutos. Los holandeses piden mano en el área. 3-1 para Argentina. Campeones del Mundo. (Video: http://www.youtube.com/watch?v=FlQ0TTzZqP8)

La gente copó las calles con un desahogo unánime mientras la represión seguía su curso en algunos lugares oscuros. Los militares festejaban más que nadie, era el segundo de sus objetivos cumplidos -el primero había sido una Guerra infame contra Chile por el Canal de Beagle-. Se sentían apoyados por todo el pueblo como se volverían a sentir tres años más tarde, cuando fueron por las Malvinas como si se tratara de otro Mundial.

Passarella levantó la copa con cara de nene provinciano. Fillol, Gallego, Kempes y él fueron elegidos en el Equipo Ideal Argentina ´78. Hasta el día hoy, éste sigue siendo el Mundial menos recordado y menos reconocido de los dos que ganó la selección. Ya pasaron más tres décadas y el de Chacabuco todavía debe soportar el peso de ser llamado "vende-patria", cuando en realidad lo único que hizo fue salir a la cancha a competir como lo que verdaderamente era: un líbero excepcional.





La próxima semana, final este duelo de Káiseres con las campañas passarellianas de España´82, México´86 y el calcio italiano. No se lo pierdan.



El Futbolólogo
Beckenbauer vs Passarella
DUELO DE KÁISERES

-Passarella: primera parte-




Cada 25 de mayo en la Argentina se conmemora la revolución de 1810, hecho que, casi sin proponérselo, abrió paso a la independencia latinoamericana. Siete años más tarde, en la batalla de Chacabuco, San Martín proclamó la libertad de Chile, primer país de su campaña emancipadora. Pero para nosotros los futboleros, 25 de mayo y Chacabuco significan una fecha y un lugar de nacimiento. En efecto, aquel día de 1953 nació en una localidad llamada así Daniel Alberto Passarella, el “Gran Capitán”. Esta vez era la historia del fútbol la que abría su página de gloria.
Como los próceres, Passarella se formó en los campos de batalla de la zaga central marcando territorio, en sus inicios, para el club Argentino de Chacabuco. Allí fue templándose como líder de la defensa hasta que un día decidió probar suerte en Boca. Como recordara alguna vez Roberto Mouzo, hombre que más veces vistió la camiseta azul y oro: "Un día vino un pibe de mi edad a probarse a La Candela, por 1967. Sacó sus botines y le faltaba un tapón. El pibe se quería morir, no tenía otros. Y en una prueba es fundamental usar los botines propios. “Yo tengo un tapón, tomá”, le dije. El pibe me agradeció, se probó de tres y no quedó (...) Era Passarella. Me enteré hace un par de años".
Enojadísimo, Daniel regresó a sus pagos con la sensación de que nunca iba a debutar en un grande. En esa etapa de su adolescencia su padre lo ayudó a convencerse de que era el mejor en su puesto y de seguir adelante, en tanto que en 1973 firmó contrato con Sarmiento de Junín, equipo de la Primera C, donde marcó 9 goles en 36 partidos. Por aquel entonces, Nestor “Pipo” Rossi, figura legendaria devenida en técnico de River, lo descubrió proyectándose y cerrando con temple por el costado en una de las giras que el club millonario había hecho buscando jóvenes promesas. Al final del partido, se le acercó y le preguntó si se animaba a jugar en River, a lo que Passarella le dijo: “Discúlpeme que le conteste, yo me ánimo a jugar, hay que ver si usted se anima a ponerme”. Al año siguiente, el 28 de julio de 1974, el zurdo Passarella convirtió su primer gol con la casaca de River en la que fuese victoria por 3-2 frente a Argentinos Juniors. Tenía 21 años y el sueño de jugar en primera cumplidos. Sin embargo, aún le quedaba pendiente el tema de pelear por su puesto: el de central izquierdo. El equipo contaba nada menos que con "El Mariscal" Roberto Perfumo -capitán de la selección argentina- como central derecho y no faltó oportunidad en que los dos hombres compartieron la zaga. De aquella experiencia Perfumo todavía tiene un mal recuerdo: “Un líder nato. Conmigo casi nunca estuvo de acuerdo. Tenía 20 años y me decía “Andá a encimar al nueve”. “Andá vos, –le respondía–. Después que jugués dos mundiales me podés decir eso.” Pero igual no iba el hijo de puta. Lo reputeaba y el pendejo aguantaba.”
En 1975, Ángel Labruna asumió como entrenador y trajo de refuerzos a tres defensores: Pablo Comelles, “Perico” Raimondo y Héctor Artico. Otra vez Passarella fue confinado al lateral, puesto que no aceptó de ninguna manera, y sus intervenciones entonces se limitaron a ingresar en los segundos tiempos o a jugar como titular por suspensión o lesión de Artico o Perfumo. Ese año River salió campeón del Nacional y del Metropolitano, después de 18 años, y Daniel acabó siendo titular en los partidos definitorios del campeonato, donde, además de meter 9 goles en 29 encuentros, se encargó de dejarles bien clarito a los rivales que por su sector era inpasable o, mejor dicho, que si pasaba la pelota no pasaba el jugador...
Por suerte para él, a mediados de ese año fue convocado por el seleccionador César Luís Menotti para disputar el torneo Esperanzas de Toulón, en Francia, una especie de Mundial sub 23. Allí fue capitán del equipo que levantó emocionado su primer trofeo.
Pero en su club, el de Chacabuco seguía sin tener el puesto asegurado. En 1976 River realizó una campaña extraordinaria en la Copa Libertadores, llegando a la definición contra el Cruzeiro de Brasil, por lo que de los tres partidos de aquella final solo jugó en uno (victoria en el Monumental por 2-1), en tanto que Cruzeiro ganó los otros dos y se llevó la Libertadores. (Video: http://www.youtube.com/watch?v=0gtew_EsZPM&feature=PlayList&p=47EC812728F395E7&playnext=1&playnext_from=PL&index=19) De esta manera se perdió la oportunidad de disputar la Intercontinental contra el Bayern y de conocer a aquel con quien lo compararían años más tarde: el Kaiser Franz Beckenbauer.
Lo que sigue es la historia conocida del Mundial´78, la epopeya atravesada por la tragedia en un país que festejaba los goles al unisolo; un mundial que ganaron 11 tipos abstraídos de todo y motivados únicamente por el inmaculado sueño del pibe. Argentina hizo épica en la cancha y Passarella, que ya forjaba su propia leyenda, demostró ser el mejor en su puesto como se lo había dicho su padre diez años antes.

continuará...




El futbolólogo