Selección de Argentina
NO MORE EXCUSES

Tengo una hora para escribir esta columna antes de que empiecen a jugar Argentina y Paraguay por las eliminatorias ¿Me espera otro partido triste, aburrido, lleno de impotencia, con ganas de inmolarse en la sede de la AFA? ¿O será una goleada albiceleste, con tiki-taka, huevos y personalidad…? Lo dudo. Y si fuera lo último, me quedaría con la ilusoria sensación de que podemos. Y después otra final, y otra vez la impotencia, las ganas de inmolarse en la AFA…
Me puso contento que una vieja gloria paraguaya como Roberto Cabañas postulara a Ramón Díaz para la selección argentina. Salió hoy en el diario Olé (el mismo que lo mató a Messi después de la Copa América). Y no es que sea porque Cabañas es de Boca como yo, sino porque hace una semana se lo dije a mi mujer: “el único que puede salvar a este equipo es Ramón.” ¿Dos bosteros a favor de una gallina? ¿Acaso estamos locos Lucas?
Estoy contento porque ahora somos dos. Y voy a fundamentarme trayendo a este blog las palabras de Horacio Pagani, reconocido periodista del Diario Clarín, quién esbozó una teoría que más tarde apoyó con algunas estadísticas. Para él, el 40% de los partidos de fútbol se deciden por el azar; 30% por factores psicológicos; 20% por la calidad de los jugadores y solo un 10% por la táctica. Es decir que: «Si (…) tus jugadores juegan igual de visitante que de local, no le tienen miedo a nada, ni a la lluvia ni al árbitro, 30% de los factores psicológicos los tenés con vos; si elegís buenos jugadores, tenés (…) 50, y si tenés buena táctica tenés 60 (…), 60 contra 40, contra el azar, tenés posibilidades de ganarle, porque el azar es para uno o para otro, el azar va para cualquiera de los dos.» 
De atrás para adelante, la táctica es el punto más bajo de esta selección. El equipo queda partido en un 4-2-4 cuando sube Pastore y Di María no baja. En cambio con Sabella, el actual mediapunta del PSG era una especie de 10 que se movía por la izquierda auxiliando a sus compañeros, ya sea en ataque como en defensa. En este nuevo rol de tercer delantero (o wing derecho), se queda mucho arriba y nadie colabora en la contención media con Biglia y Mascherano.
Otra falla táctica es la desastrosa manera con que Argentina sale jugando desde atrás. Cuando Mascherano retrocede y se incorpora como tercer central, ni Biglia ni Pastore retroceden para auxiliarlo. Por último (y para no abrumar), el técnico falla mucho a la hora de los cambios, no ofrece una segunda alternativa de juego aparte del 4-3-3 ni ha mejorado la pelota parada en defensa o ataque.
No se trata de serrucharle el piso al Tata, sino de decirle: “Muchas gracias.” Hasta ahora no estuvo a la altura del equipo que tenía delante. Lo forzó a jugar a lo loco, a lo Bielsa, atacando y recuperando para seguir atacando. Argentina es hoy un equipo atolondrado, veloz e impreciso, que genera mil ocasiones y resuelve bien dos o tres. En síntesis: el actual DT no mejoró el juego de su predecesor Sabella.
Pero entonces: ¿Cuál es el hito de la carrera de Martino? Probablemente marcar una época con la selección paraguaya (2006-2011) con la que logró un meritorio subcampeonato de América. Con todo, visto está que el Tata no es un hombre de finales. No ganó aquella en Argentina ni la que le siguió en Chile 2015. Con el Barcelona también perdió otra final, la de la Liga BBVA 2013/2014 ante el Atlético del Cholo Simeone. A Europa llegó tras ganar un campeonato corto con Newell´s en 2013, equipo en el que jugó gran parte de su carrera y del que es un emblema junto con Bielsa, a pesar de haber perdido dos finales de la Copa Libertadores vistiendo esa camiseta.
Esta generación de jugadores necesita un motivador para llegar a Rusia 2018 en plenitud. Los jugadores se conocen desde juveniles. La columna del equipo ya lleva diez años trabajando en Ezeiza. Para mí el hombre que puede darle algo más de un 10% de táctica y de un 30% de renovación psicológica se llama Ramón Ángel Díaz. Hoy enfrentará a Argentina con Paraguay en Asunción. Pronto habrá elecciones en la AFA. Un cambio es posible.


El Futbolólogo