¡Héroes!
PELOTA VASCA



Hoy vamos a referirnos a una jugada que muy pocas personas recuerdan del mundial de México´86. Y fue tan importante que a partir de entonces se dieron a conocer toda una serie de supersticiones que nada tienen que ver con el mundo objetivo del fútbol. Una de ellas decía que el “Azteca”, estadio de la ciudad de México, guardaba poderes de la antigua civilización; otra, que la Virgen de Luján que acompañó a Bilardo durante las campañas de México´86 e Italia´90 bendijo al equipo con algunos milagros.

Es que la jugada de que hablamos fue realmente milagrosa, desafió las leyes de la física, en fin; fue tan increíble que la revista El Gráfico, en su edición nº 3500, la comparó con aquel inolvidable pelotazo en el palo de Rensembrinck al minuto 90 de la final de Argentina´78. Aquella noche de Buenos Aires el estadio Monumental enmudeció como enmudeció el Azteca la tarde del el 22 de junio de 1986 cuando, al minuto 87, Inglaterra pudo igualarnos el partido por los cuartos de final. La jugada, que nada tiene que ver con la mano de D10S ni con el segundo gol de Diego, ni siquiera tiene que ver con el propio Maradona. El protagonista de la misma fue un "vasquito" que subía y bajaba como nadie por el carril izquierdo, metiendo y metiendo en esas acaloradísimas tardes mexicanas. Un matafuegos llamado: Julio Jorge Olarticoechea.

Pero hoy no hacemos biografía, hacemos jugada. Solamente diremos de él que jugó en Racing, River y Boca, que después del Mundial ´86 se fue con Burruchaga al Nantes francés y que a su regreso volvió a Racing, pasó por Argentinos Juniors y terminó su carrera en Mandiyú de Corrientes. También que entre sus títulos figuran el Nacional ´81 con River, la Copa del Mundo de 1986 y el subcampeonato de Italia´90 con la selección argentina.

Ahora bien, no podemos olvidar aquí al otro protagonista de esta historia: sir Gary Lineker. El 10 de Inglaterra, que venía de marcar nada menos que cinco goles en cuatro partidos (dos de ellos contra Paraguay en los octavos de final), era un jugador peligrosísimamente astuto, muy parecido al Paolo Rossi de España´82 en el arte de hacerse invisible cuando entraba al área. Sin embargo, "Gary-gol" tenía un plus en relación al italiano: el de ser un auténtico "carroñero", de esos que convierten como nadie los errores del contrario en pases a la red.




Los ingleses jugaban 4 – 4 – 2 tradicional, entrando por los costados, con Beardsley y Lineker como cazagoles. Argentina, a su vez, defendía con Brown (el líbero, marcando la pelota), José Luis Cucciuffo como stopper de Beardsley y Oscar Ruggeri haciendo lo propio con Lineker, mientras que Olarticoechea, subiendo y bajando, era el cierre y a la vez la salida del equipo por la banda izquierda. Este funcionamiento del Vasco lo hacía muy efectivo en su zona, pero, no obstante podía decirse lo mismo del lado contrario. El sector derecho empezaba a hacer agua al tener que ir Cuciuffo detrás de Beardsley y Giusti, volante encargado de bajar a recuperar por ese lado, estaba empezando a notar los 40º de calor. Sin embargo, todo marchó bien en la primera parte. La defensa 1 - 2 se hacía 1 - 3 con el Vasco como rueda de auxilio y ya para a los 10 minutos del segundo tiempo Maradona había metido dos goles.

Pero una vez pasado el “shock maradoniano” el técnico inglés, Bobby Robson, metió dos cambios que dieron vuelta el rumbo del partido, siendo el segundo de ellos el más próspero. En el minuto 29, hizo su entrada John Barnes, un “tapado” del equipo inglés que explotó a la perfección el problema de Cucciuffo. El chico oriundo de Jamaica, que jugaba de 10 en el Watford, tuvo su momento de gloria cuando a los 80 minutos un centro de él desde la banda izquierda terminó con gol de Lineker. Con el descuento, Inglaterra recuperó fuerzas, fue por más, y ya en el minuto 87, y con Argentina prácticamente encerrada en su propio arco, Barnes desbordó otra vez por la izquierda con facilidad, centró para Lineker - que le había vuelto a ganar las espaldas a Ruggeri, como en la jugada anterior - y en eso que el relator inglés juntaba aire para gritar el gol del empate, apareció el Vasco de la nada y se zambulló, con tanta fuerza, que alcanzó a desplazar a Lineker y a darle a la pelota con la pelada. Nadie entendió muy bien lo que pasó ahí pero lo cierto es que el tiro salió por la banda contraria en un movimiento del balón que cobró tal efecto que picó afuera del campo y regresó al mismo. Lineker se quedó retorciéndose de dolor dentro del arco hasta que se repuso y pudo levantarse, aunque rengueando. Olarticoechea, por su parte, buscó apoyo en el palo más cercano con total tranquilidad a la espera del corner.

El siguiente es el único video que hay de la jugada en internet y, como tal, no es más que el resumen del partido completo. Es probable que para algunos sea demasiado pesado. En tal caso pueden ver las jugada a partir del minuto 8, pero igualmente es recomendable que hagan el esfuerzo y vean todo el video.





Mucha gente aún recuerda a este partido como el de "La mano de Dios". Es verdad, Dios estubo ahí... y nos salvamos de milagro.



El Futbolólogo
Darío Cvitanich
PEQUEÑO VAN BASTEN

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El partido de Baradero, como otros muchos de la provincia de Buenos Aires, se compone de cuatro distritos: Baradero Ciudad, Alsina, Irineo Portela y Santa Coloma, siendo provenientes de este último casi todos los Cvitanich que se conocen en el pueblo. Para quien escribe estas líneas es fácil hablar del grado de fortaleza física de los Cvitanich de Coloma, sobre todo si has jugado con ellos a la pelota. Nunca olvidaré una trabada violentísima entre dos primos, Sebastián y Gustavo, en un partido de fútbol cinco en cancha de “el Gato” Arnaldi, en el bajo de Baradero. Tras un corner desde la izquierda, lanzado a ras de piso, oí detrás mío algo así como: ¡PUMRRACKFFUUUUUHH!!! y apenas pude darme vuelta vi desparramados a los dos primos en el piso y a la pelota chiquitiiiiiiita, por allá arriba. Al término del encuentro me enteré que “el flaco” (Sebastián) había pateado al arco y Gustavo le impidió hacer el gol.
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Los pibes Cvitanich eran así, criados a campo, pero también hábiles jugadores. Su diferencia respecto a nosotros era tan grande que una vez vino a jugar “el Pera”, hermano de Sebastián, y nos pegó un baile bárbaro. "Pera" jugaba en Rivadavia, club del Barrio Estación, y al final del partido le pregunté si él era el mejor de los hermanos, a lo que me respondió: “Nooo!!! el mejor es el chiquito.” (¿...!?))
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“El chiquito” se llama Darío Cvitanich. Nació el 16 de mayo de 1984 en Baradero y vivió su niñez rompiendo arcos en los campos de Coloma con sus hermanos mayores y sus primos. En la adolescencia se fue a estudiar al pueblo y probó suerte en el Club Atlético Baradero, donde conoció a Javier Malacalza y juntos formaron una delantera demoledora. Salieron campeones y ganaron clásicos e incluso llegaron a disputar el torneo Argentino con una actuación muy destacada. Pero al poquito tiempo, el club ya les quedaba chico y tuvieron que ir a probarse a otro: el CA Banfield. Javier no pudo quedar y Darío, de 16 años, fichó para “el Taladro”. El 20 de octubre de 2003 debutó en primera de la mano del técnico Falcioni, en un partido que Banfield perdió 3 a 1 contra Olimpo de Bahía Blanca. Más allá del resultado, el pibe de Coloma dejó en claro que sería un jugador dificilísimo de marcar, dada su velocidad y su potencia física, a pesar de su 1, 74 m de estatura. En 2005, por primera vez el equipo se presenta en la Copa Libertadores haciendo una muy buena campaña (llegó a cuartos de final), dándole mucho trabajo a River para pasar a la semi. En 2007, se clasificaron otra vez tras obtener el 3er mayor puntaje acumulado de la temporada 2005/06, siendo el 27 de febrero de ese año un día especial para Darío, que gritó su primer gol copero en la victoria final por 4 a 1 sobre El Nacional de Ecuador. Sin embargo, y a pesar de los buenos resultados, el equipo del nuevo DT Llop no pudo superar la primer ronda.
Para el Clausura 2007/08, el Taladro salió a pelear otra vez el campeonato y ya en la 5º fecha tuvo que enfrentar a su clásico rival, Lanús, de visitante. Los "Granates" que venían de ser campeones del Apertura estaban más que confiados, pero apareció Cvitanich, y perdieron 5 a 0.

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Darío Cvitanich fue el goleador del torneo con 13 goles, tres más que su segundo Martín Palermo. Como no pudo ser de otra manera, pronto empezaron a caer las ofertas para llevárselo. El primero en ir por él fue Boca, que tenía intenciones de vender a Rodrigo Palacio al fútbol europeo y necesitaba un reemplazante de sus características. Detrás de ésta, la oferta del Español de Barcelona figuraba como la más fuerte. Pero ni uno ni otro club hicieron transacciones, así que finalmente fue el Ajax holandés el que terminó poniendo la mosca y se lo llevó por 11 millones de dólares. De esta manera finalizaba una historia de 101 partidos y 38 goles convertidos para el club del Sur del gran Buenos Aires.
En Ajax jugó poco el primer año hasta que en 2009 el goleador Klaas-Jan Huntelaar fichó por el Real Madrid y Darío quedó como titular en el puesto. Bajo la conducción de Marco van Basten, goleador nato en su época de futbolista, empezó a jugar un poco más cerca del arco y los goles vinieron solos.
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En la actualidad Ajax pelea por un lugar en la Champions League si consigue quedar segundo, detrás del ya campeón de liga AZ Alkmaar. Tal vez el objetivo se le de a Darío antes de cumplir los 25 el próximo 16 de mayo. Ese día los baraderenses nos acordemos de él y lo acompañaremos en su deseo de que Diego Armando Maradona lo llame para jugar en la selección.



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El Futbolólogo
Homenaje a Miguel Mori
EL JUGADOR DEL PUEBLO


Baradero es un pueblo situado a poco más de hora y media de Buenos Aires por la ruta Panamericana. Entre sus clubes de fútbol destacan el famoso Atlético Baradero, de escudo albinegro, cual Juventud de Turín, y el Sportivo Baradero, de escudo blanco con franja azul horizontal, estilo Gimnasia Esgrima de La Plata. Los hinchas de Atlético hoy se jactan de tener a un jugador suyo en el Ajax holandés, llamado Darío Cvitanich, mientras que los de Sportivo le recuerdan a su clásico rival que el más importante futbolista del pueblo, Miguel Ángel Mori, salió de las inferiores de su club.
Mori fue mediocampista central - o centre-half, como se decía antes - de Independiente, al cual arribó de muy chico luego de que el equipo de Avellaneda pasara por Baradero a jugar un amistoso contra Sportivo. Allí los DT visitantes de inferiores vieron a este hijo de panaderos, que con 8 años ya jugaba con pibes de 10 y 11, y se concertó una prueba. Al poco tiempo la comitiva salió tan entuciasmada que se equivocaron y lo llevaron a probarse Racing hasta que, visto el error, hicieron dos cuadras más y entraron en Independiente. Años más tarde Miguel Ángel reconoció en un reportaje que todo aquello acabó siendo "un presagio".
"La Chancha", como le decían, debutó en la primera de El Rojo a los 17 años, equipo con el cual ganó las Copas Libertadores de 1964 y 1965, siendo el jugador más jóven del club en conseguir aquel mérito. Una vez finalizada la última, Racing hizo un ofrecimiento a su vecino que cambiaría la historia de Miguel y del club cuando, sumido en el déficit económico, ofreció cambiar mano a mano a José Omar Pastoriza - uno de los mejores volantes centrales de la época - por tres jugadores de Independiente: Mura, Decaria y Mori. Los flamantes campeones de América ni lo dudaron y así el de Baradero pasó a Racing: "Me quería morir cuando cambié el lujo por camisetas rotas, todo mal..." dijo treinta años más tarde en un reportaje para el Diario Olé. Apenas arribó a La Academia sus compañeros enseguida notaron su carácter de hombre de pueblo: "La verdad es que Miguel era un tipo bien de campo. Con mucha simpleza, pero que a su vez se prendía siempre en las bromas y nunca te iba a dejar de dar una mano. Una persona de bien." (palabras de Humberto Maschio, ex enganche de Racing). En lo futbolístico, el centre-half mostró dos condiciones ejemplares. Una de ellas descrita así por su entrenador Juan José Pizzutti: "Era un cinco luchador que empujaba al equipo"; la otra, en palabras escritas por Julio Cesar Pasquato "Juvenal", periodista de El Gráfico: “Su claridad de toque para usufructuar los piques de sus delanteros con entregas largas o semilargas colocadas en espacios libres con precisión y potencia, listas para ser jugadas en velocidad, sin pérdida de tiempo”.
Racing fue campeón en el ´66 y enseguida comenzó la campaña por la Libertadores. Con Rulli y Mori como volantes de contención, el "equipo de José" llegó a las finales en el ´67. Pero Miguel no pudo jugar; un choque en una práctica con el Toro Raffo lo dejó afuera: "Me dieron una inyección y enseguida me puse todo hinchado y rojo como un camarón. En este brazo me dieron 38 inyecciones de Decadrón. Tenía seis médicos en el hospital. Crónica tituló Mori al borde de la muerte. Mi papá bajó en el puente Pueyrredón, vio el diario y se quiso morir. Estaba listo... No podía respirar...". La final la vio desde la tribuna con Rubén Díaz. Racing salió campeón de Ameríca y al poco tiempo jugó contra el Celtic Glasgow escocés y se consagró, luego de tres partidos, campeón Intercontinental: "Vale más la Copa del Mundo que todo lo que pasé en Independiente. Era la primera vez para un equipo argentino. Fue la alegría más grande. Y eso que no pude jugar".
Mori se retiró muy jóven de la práctica del fútbol con tan solo 29 años de edad. Nunca más pudo recuperarse de una rotura de ligamentos de la rodilla derecha, ocurrida en el Metro 68, tras un partido contra San Lorenzo de Almagro: "De domingo a jueves estaba en cama con hielo. Me movía un poquito el viernes y el domingo jugaba". Luego de un año en Newells y dos en Audax Italiano de Chile vino la reclusión en Baradero. Allí dedicó sus días a la atención de la panadería familiar y a la cría de palomas mensajeras. Su único regreso al fútbol fue en 1985, como entrenador de Sportivo. El 25 de mayo de 1995 le pusieron su nombre al polideportivo municipal, por decisión del Concejo Deliberante, y le entregaron "La orden del Baradero". El 13 de Abril de 2009 falleció a los 65 años en un hospital de Buenos Aires. En un día como hoy es probable que los hinchas de Atlético y Sportivo se sigan preguntando quién es el mejor jugador del pueblo. Pero la discusión acaba al rato nomás cuando aparece el nombre de un centre-half llamado " Miguelito Mori ".
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Fuentes:
Clarín, Diario Olé, Revista El Gráfico
El Futbolólogo