- 1986 -

EL MUNDIAL DE MARADONA




La XIII Copa del Mundo por primera vez me pone en el lugar del cronista y del testigo. Y esto me llena de orgullo ya que me permite transmitir cosas que sentí por el fútbol con tan solo diez años. Luego de haber visto la hazaña de Maradona en vivo y en directo, debo confesarle al lector que me da un poco de bronca cuando escucho decir que Zidane, Ronaldinho o Messi son mejores que él (aunque este último sea el que más se le parezca). A los que somos de otra época nos cuesta ayudar a los más chicos a que entiendan que no se puede ver el pasado con los ojos del hoy y que, en todo caso, esos tres escriben una historia del 2000 para arriba y al cabo de 90 años ya me dirán quién fue el mejor del siglo XXI. Maradona, Pelé y Di Stéfano (pónganlos en el orden que quieran, me da igual) son los mejores del siglo XX y de los tres Diego Armando Maradona fue el jugador más determinante de la historia de los mundiales. La afirmación, por antonomasia, me permite disfrutar como nunca de todo lo que se escribe y se dice de los otros dos, independientemente de que nunca los haya podido ver. Su sola comparación con Di Stéfano o Pelé me obliga a creer que fueron tan enormes como el que sí pude disfrutar en su mejor momento. Pero antes de hablar del último fenómeno del siglo XX y de la campaña de su equipo, sería interesante abordar algunos temas con respecto a este segundo mundial de México. En primer lugar, el hecho de que Colombia estaba destinada a ser la sede del mismo sin que pudiese llevar a cabo su cometido. La propuesta había sido entregada en 1970 y aceptada por la FIFA cuatro años después en el Congreso de Frankfurt, presidido por Stanley Rous. El éxito de los Juegos Panamericanos de Cali de 1972, había constituido el punto a inflexión al momento de la nominación. Sin embargo, en octubre de 1980 el presidente Julio César Turbay Ayala manifestó la nula posibilidad de organizar un torneo en Colombia con recursos propios del Estado si el cupo de participantes se elevaba a 24 equipos, como efectivamente lo sería a partir de España´82. El cambio significaba, mínimamente, la construcción de tres nuevos estadios en menos de seis años. Poco tiempo después, al no conseguirse tampoco los patrocinios privados que permitiesen costear los innumerables requisitos de la FIFA, Colombia se jugó su última carta solicitando al ahora presidente de la federación, Joao Havelange, la posibilidad de una reducción de los participantes a 16 representativos (tal como lo era cuando se había firmado el acuerdo). La negativa fue rotunda y constituyó el principal motivo del abandono de su candidatura.


México fue anfitrión por segunda vez y, según palabras de Keir Radnedge: “Tal decisión levantó una polvareda de críticas y acusaciones, basadas sobre todo en las conexiones profesionales y deportivas entre Havelange y el vicepresidente de la FIFA, Guillermo Cañedo. Éste era un preboste de la cadena de comunicación Televisa, que iba a percibir indirectamente muchos de los derechos de transmisión de los partidos. Las demandas de las televisiones europeas suscitaron más controversias, como lo problemático que resultaba programar los partidos en la hora de mayor insolación en campos situados a tanta altura sobre el nivel del mar.” * Algo se ha mencionado ya sobre este tema de los horarios de los partidos en la crónica sobre el Mundial de México´70 (Ver: "1970: Las Fieras de Saldanha"). En esa oportunidad se colgó un video que cita al médico de la selección inglesa advirtiendo que hasta los manuales del ejército de los Estados Unidos prohibían entrenarse con tanto calor. Dieciséis años después, la FIFA volvió a escarnecerse estúpidamente con los jugadores, sin que nadie en la federación se hiciera cargo de sus reclamos (Business are Business).


Por lo demás, México´86 fue un mundial excepcional donde dirimieron entre sí tres campeones de Europa (España, Francia y URSS), uno de América (Paraguay), dos de África (Argelia y Marruecos) y uno de Asia (Corea del Sur), además de los vencedores anteriores: Uruguay, Italia, Brasil, Inglaterra, Alemania y Argentina, que por primera vez se juntaban en un Mundial luego de veinte años (Inglaterra´66). Todos ellos, salvo Corea del Sur, clasificaron para la segunda ronda junto con Bulgaria, Dinamarca y Bélgica, esta última, con un notable desempeño que ratificó el por qué habían derrotado a Holanda en la fase de eliminatorias. Con todo, no podemos olvidar aquí tampoco el detalle de que la campeona del mundo ¡casi no va al mundial! El agónico ingreso de Argentina se produjo en el último partido de la clasificación sudamericana, ante Perú. Aquella tarde nublada de Buenos Aires, Daniel Passarella se convirtió en el héroe de la selección albiceleste al marcar su gol en el último minuto del cotejo. No obstante, el viejo capitán no pudo jugar ninguno de los partidos del Mundial por razones que hoy sería extenso detallar, pero que nada tuvieron que ver con la lesión que acusó, sino más bien, con un problema de egos con Diego Maradona. **


Maradona fue el capitán de la selección de Carlos Bilardo, una decisión arriesgada pero que acabó dando sus frutos. El antiguo entrenador de Colombia y de Estudiantes de La Plata armó un equipo en derredor suyo, aprovechando la notable generación de futbolistas que actuaban en el país. Dentro del plantel había jugadores del CA Independiente campeón de la Libertadores y la Intercontinental 84 (R. Bochini, R. Giusti, N. Clausen y J. Burruchaga), del Argentinos Juniors campeón de la Libertadores 85 (C. Borghi, S. Batista y P. Pasculli) y del River Plate, futuro campeón de la Libertadores y de la Intercontinental 86 (N. Pumpido, O. Ruggeri y H. Enrique). El equipo se paraba tácticamente con un 1-2-5-2. Por primera vez aparecieron los stoppers y los carrileros en el fútbol argentino y se prescindió de los wines, reciclados ahora en la función del delantero neto que se movía por todo el frente de ataque. Desde el último hombre (José Luis Brown) hasta el más adelantado (Jorge Valdano), Argentina apretaba sus líneas en 40/50 metros, asfixiando a los rivales con un desplazamiento atómico en el que los 9 electrones corrían alrededor de su nº 10, el núcleo del equipo.


En el primer partido, contra Corea del Sur, Maradona recibió un buen surtido de patadas y codazos. Es que no era para menos. Con todo lo que ya se ha dicho antes, imagínense a los asiáticos debutando en un Mundial contra la mejor versión del argentino. La victoria de los de Bilardo por 3-1 se materializó con dos goles de Valdano y otro de Oscar Ruggeri, mientras que para el conjunto Rojo descontó Park Chang Sun. El triunfo ayudó de cara al segundo partido, ante Italia. Argentina no conseguía vencerla en los Mundiales y México´86 no llegó fue la excepción. Siguiendo con su ley de las marcas fijas, el técnico Bearzot dispuso de Salvatore Bagni, compañero de Maradona en el Nápoli, como guardián. La noticia se la dio recién por la mañana, antes del partido, ya que Bagni no necesitaba estudiarse al argentino como lo había hecho Gentile cuatro años antes. Italia golpeó primero. Altobelli cambió su penal por gol tras la mano de Burruchaga en el área. Pero Bagni no podía solo con Maradona y Scirea, el líbero italiano, debió salir más que nunca de su posición para ayudarlo. De hecho, los tres fueron protagonistas de la jugada que posibilitó el empate. Maradona se escapó de Bagni y pateó una volea a colocar por encima de Scirea, despistando totalmente al arquero Filippo Galli, que recordó así la jugada: “El gol fue muy simple, a posteriori. Ha sido simple porque yo cometo un grave error al considerar: `Maradona, un jugador normal´. Por la dinámica de la acción, él podía patear fuerte y en vez de eso ha usado el pie como el tenista usa la raqueta cuando va a la red.” La jugada es todo en uno: desmarque, carrera, salto, toque de primera sin ángulo y la pelota que se mete entre el defensor y el arquero, con un efecto que solo se percibe cuando el balón pica en el área chica y entra, cambiando su recorrido.



Argentina se clasificó primera en el Grupo A tras vencer a Bulgaria por 2-0 (goles de Valdano y Burruchaga) y en octavos le tocó enfrentar a Uruguay, tercera del Grupo E. Sí, por primera vez hubo octavos de final y también terceros clasificados. La FIFA dispuso su quinto cambio en el formato de la competición luego de la polémica exclusión de Argelia y Camerún de la segunda ronda de España´82. En aquella oportunidad, los dos equipos africanos –justamente a los que se quería beneficiar otorgándoles una plaza más– quedaron terceros habiendo igualado en puntos con Austria e Italia, que sí pasaron la primera ronda. Por lo tanto, para México´86 se decidió que los cuatro mejores terceros (según puntos y goles a favor) se sumasen a los dos primeros de cada grupo para jugar a eliminación directa la segunda parte del campeonato. La corrección no modificó el número de partidos, que quedó en 52, y de esta manera se pudo prescindir de los controvertidos grupos o ligas al ingresar 16 equipos en la fase de octavos de final.


Uruguay había empatado con Alemania y Escocia y caído ante Dinamarca por 6-1. Los daneses debutaron en los mundiales con el puntaje ideal (tres victorias), ganando de para en par "el grupo de la muerte". Alemania les dio una mano a los Charrúas al derrotar a Escocia, que quedó eliminada antes de su partido contra los sudamericanos. El equipo contaba con figuras de la talla de Enzo Francéscoli, Antonio Alzamendi, Wilmer Cabrera, Nelson Gutiérrez, muchos de ellos históricos de la Celeste. Contra Argentina, como en todo el torneo, no tuvieron suerte y cayeron por 1-0 en un partido que el propio Maradona reconoció como: “El mejor de su vida”. ***


Pero, si ese fue el mejor partido del 10 ¿qué se puede decir entonces del Argentina– Inglaterra, en el que no le cobraron un gol con la mano y donde marcó el mejor tanto de la historia de los Mundiales? Inglaterra fue probablemente el rival más duro del torneo, por su nivel y por las connotaciones vinculadas a la Guerra de Malvinas que había sacudido a ambas naciones cuatro años antes. Sobre el primer gol, recuerdo que fue difícil para los televidentes dilucidar si había sido o no con la mano. La repetición no clarificaba el hecho y solo por los reclamos de los ingleses se podía sospechar algo. El árbitro Alí Bennacer, de Túnez, declaró tiempo después que desde su posición lo tapaba un jugador y que al ir Peter Shilton, el arquero inglés, también con los puños, no pudo distinguir la mano del argentino. Existen imágenes del árbitro señalando el gol antes de que la pelota entre en el arco y del línea búlgaro, Bogdan Dostchev, volviéndose hacia el centro cuando reconoce el gesto de su colega en el campo. Años después, Maradona recordó que fue el línea quien le avisó de la convalidación del gol al correr señalando el saque con la bandera. Terry Fenwick inició los reclamos y él le siguió Shilton. Pero todo fue en vano. Nadie que haya visto la jugada a más de diez metros de distancia podría garantizar, hasta el día de hoy, que vio la mano en el mismo instante en que se produjo.


El segundo gol tiene una historia más complicada, contada alguna vez por Jorge Valdano. Según su relato, tras felicitar a Maradona en el vestuario, éste le dijo que mientras realizaba la acción (pasó a seis jugadores en 40 metros) fue fundamental su posición y la indecisión de Fenwick (nº 14), el líbero inglés. El defensor no sabía si esperar a Maradona o irse con Valdano (nº 11), que entraba solo por el segundo palo. Su intervención se fue complicando a medida que el 10 se acercaba al área y para cuando el inglés se decidió, ya era demasiado tarde: “Maradona no opinaba con ventaja” dijo Valdano en una entrevista: “porque el partido acababa de terminar y no había tenido tiempo de repasar su milagro en video. Sencillamente me había identificado en medio del lío inexplicable en el que estuvo metido”. **** Respecto a la definición, también le confesó a su compañero que en 1980, en un amistoso contra Inglaterra en Wembley, había hecho una jugada parecida (está en Youtube) en la que pasó a cuatro hombres, definió al segundo palo y falló. Seis años después, enmendó el error desparramando al arquero.


Sobre el trámite del partido, algo se ha escrito ya en: “Héroes – Pelota vasca”, mi cuarta columna en este blog. Ese título lo saqué de una recordada película que se proyectó al término del Mundial´86. De ese documental extraigo un fragmento para compartir con ustedes ahora.




En los otros cuartos, Francia, Alemania y Bélgica dieron la nota eliminando a sus respectivos rivales en la tanda de penales. Los franceses habían vencido a los campeones italianos por 2-0 y contra Brasil jugaron el partido más emocionante del torneo. Ambos equipos iban 1-1 cuando Zico malogró un penal en tiempo reglamentario. La paridad obligó a jugar la prórroga y a definir desde los doce pasos. Comenzó pateando Sócrates y atajó Joel Bats. Luego vinieron seis aciertos seguidos, incluido el de Zico, que consiguió resarcirse marcando el tercero de su equipo. Michel Platini erró inexplicablemente su ocasión en el mismo día de su cumpleaños y, acto seguido, Julio César estrelló el balón en el poste. Luís Fernández aprovechó la ventaja y con un remate certero dio a los galos el pasaje a la semi. Francia debería jugar ahora contra el ganador de la contienda entre mexicanos y alemanes. Ambos equipos habían eliminado a Bulgaria y Marruecos en los octavos de final, respectivamente, y luego de 120 minutos sin goles, los blancos pasaron gracias a los reflejos de Tony Schumacher, un tigre bajo los palos, que atrapó sendos remates de los mexicanos Quiriarte y Servín desde los once metros.


Por último, el rival de Argentina salió de la definición entre Bélgica y España, que había eliminado a Dinamarca por 5-1 ¡con cuatro goles Butragueño! El arquero Jean-Marie Pfaff, elegido el mejor del torneo, fue el encargado de impedirle al español Eloy el paso de su equipo a la siguiente instancia, atajándole el único penal de la serie que no entró. Argentina ya conocía a los belgas desde el partido inaugural de España´82, que ganaron los europeos, y de camino a cuartos, la URSS había caído ante ellos en un partidazo que acabó 4-3. En definitiva, Bélgica llegaba a su cita colmada de confianza, con dos delanteros (Jean Ceulemans y Nico Claensen) en plena racha y con un guardameta buenísimo. Pero, como acabó manifestando Eric Gerets después de la derrota: “Nosotros no tenemos a un jugador como Diego Maradona en nuestro equipo. Si Maradona hubiera jugado en Bélgica, hubiéramos ganado dos a cero. Esa fue la diferencia de la partida de hoy”. *****






Francia no pudo con Alemania. Los goles de Andreas Brehme y de Rudi Völler acabaron con el sueño de la "generación Platini" de jugar una final. Igualmente, los azules ganaron por 4-2 su último partido contra el combinado belga, quedando igualados en el tercer puesto con sus pares de 1958. Habría que esperar doce años más, hasta la llegada de la "generación Zidane", para superar aquella posición.


Entretanto, los dirigidos de Franz Beckenbauer, en su debut como entrenador, llegaron a la final con ganas de tomarse revancha de la definición de 1982. Matthäus fue el encargado de anular a Maradona y el duelo, vale decirlo, estuvo parejo al principio. Sin embargo, Alemania empezó perdiendo por culpa de una mala salida de Schumacher. El arquero intentó cortar un centro combado hacia afuera de Burruchaga, que dio en la cabeza de Brown y de ahí fue a parar a la red. En el segundo tiempo, los europeos empeoraron aún más su situación al tirar desastrosamente un fuera de juego que posibilitó el 2-0 de Argentina. Para entonces ya estaba en el campo Rudi Völler, sustituto de Klaus Allofs al minuto de juego, y con Uli Hoeness por Felix Magath, Beckenbauer agotó sus dos cambios. Los relevos evidenciaron como nunca que el Káiser estaba apostando todo por el juego aéreo. Con más de 1,80 m. de promedio de altura, la remontada fue cuestión de minutos. Dos corner lanzados por el prodigioso pie izquierdo de Andreas Brehme y dos cruces de cabeza dentro del área abrieron el arco de Pumpido. El primer centro fue conectado por Matthäus, que desde el primer palo desvió la pelota hacia el área chica para que su capitán Rumenigge marcara el primero con la tibia. El segundo centro fue pasado, para el salto de Thomas Berthold, que ganó en el segundo palo y habilitó a Völler, presto para poner el 2-2. Aquello fue como si el calor y la fatiga se hubiesen multiplicado en el Estadio Azteca. Pero la marca personal de Matthäus sobre Maradona comenzó a hacerse frágil y el equipo entero salió a ayudarle. Peter Briegel, exhausto, quedó enganchado en el fuera de juego cuando el 10 argentino recibió un pase de cabeza de Enrique, rodeado de cinco alemanes, y dejando picar solo una vez la pelota, habilitó de zurda a Jorge Burruchaga para que éste batiera a Schumacher y le diera a Argentina su segunda Copa del Mundo.





Romualdo Arppi Filho, el árbitro de la contienda, se llevó trofeo más lindo de la final: la pelota. Con su enérgico pitazo puso fin a la mejor campaña de Diego Armando Maradona, la misma que lo elevó a la altura de los mejores del Siglo XX. Ya pasaron 24 años de aquel Mundial de México´86 y quién sabe si Argentina volverá a ganar otro alguna vez. Reconozco que en ese tiempo su figura se ensució por cosas que tuvieron que ver con el fútbol y no tanto. Por ello prefiero quedarme con este Diego, el futbolista de los milagros en la hierba, el mejor jugador que vi entrando a una cancha, a pesar de lo que me digan los más chicos.




CITAS:


* Keir Radnedge con Mark Bushell: “El Gran Libro de los Mundiales” - Ediciones Folio S.A. 2006, Barcelona.


** A aquellos que deseen saber algo más sobre el problema de Daniel Passarella con Carlos Bilardo y Diego Maradona los invito a que lean en este blog: “Duelo de Káiseres: Beckenbauer vs. Passarella (Última Parte)”.


*** Maradona: El Gráfico 100x100: "Basile se olvidó de los códigos" - 10/09/2008-


**** Jorge Valdano: "La Inteligencia en Libertad" - El Libro de Oro de los Mundiales / 1930-1998” - redactores varios - ARTE GRÁFICO EDITORIAL ARGENTINO S.A. 1998, Buenos Aires (Pág. 272).


***** Eric Gerets "Duelos de Oro: Pelé vs. Maradona", Diario Marca, Madrid 2006.




El Futbolólogo

- 1982 –

ESPAÑA CONSAGRA A LOS MEJORES




España ´82 fue un mundialazo. Si alguna vez se dijo aquí que la estética del de Alemania simbolizó como ninguna a los años setenta, el mundial ibérico fue sin dudas el más representativo de la década siguiente. España fue un “crisol de marcas”, a saber: Penalty (Perú), Diadora (Italia), Le Coq Sportif (Argentina, Camerún y Argelia), Admiral (Inglaterra y Bélgica), Humbro (Escocia), Puma (Chile, Austria y Kuwait), Topper (Brasil) y la infaltable Adidas (todos los demás equipos). Eran los años previos de ISL (International Sport & Leisure), la empresa de marketing fundada por Horst Dassler, que creció hasta acaparar todo el ámbito deportivo. Por ello no me caben dudas de que esta gala europea fue el mundial del marketing y de la imagen. Detrás de cada cartel publicitario operaba una infantería de fotógrafos que acribillaba a los jugadores con sus analógicas Canon/Nikon, recargando rollos como si fueran balas de fusil. Pronto las imágenes se convertirían en los pósters que adornaron las tiendas deportivas de todo el mundo y que los niños veían antes de comprar su ropa de marca, soñando con alcanzar alguna vez la gloria de esos ídolos.


Es que no era para menos. España´82 fue un mundial donde dirimió una constelación de figuras, todo lo contrario de lo que pasó en el 78. Esta vez sí había montones de candidatos a ganar el título. Empezando por Alemania, la campeona de la Euro del 80, que llegaba con el Doble Balón de Oro Karl-Heinz Rumenigge (1980-81), acompañado del enorme Breitner y sus colegas Briegel, Schumacher, Stielike, Fisher, Littbarski… Solo faltó Bernd Schuster a su cita (Balón de Plata en el 80 y Bronce en el 81) por estar peleado con su técnico. Otra que venía con un doble Balón de Oro era la Inglaterra del genial Kevin Keeghan (1978-79), de Shilton, Butcher y Mariner, del imparable Bryan Robson, autor del gol más rápido en la historia de los mundiales, marcado a los 27 segundos de iniciado el partido entre británicos y franceses. Bueno, y qué decir de Francia y su generación Platini, los Trésor, los Giresse, los Tiganá, los Amoros ¡Qué equipazo! Solo superada por el gran candidato a ganar el torneo: Brasil. Lo tenían todo los brasileños, a Zico, a Leandro, a Júnior, Toninho Cerezo, Falcao, Sócrates… Nadie que haya visto jugar a ese medio campo diría que hubo uno mejor, ni antes ni después. Les faltó suerte a los brasileños y un arquero y un goleador buenos, ya que Valdir Pérez y Serginho eran de madera, pobrecitos. Y, por último, pongo como candidata previa a ganar ese mundial a la selección de Argentina. Muchos en mi país coinciden que fue el mejor equipo llevado a una Copa del Mundo. Cuatro de sus integrantes, Fillol, Kempes, Passarella y Maradona, forman parte del 11 Ideal de Todos los Tiempos. No obstante, reconozco que la mayoría de sus jugadores ya se sentían campeones antes de empezar el torneo y así les fue.

Pero ninguno de estos que nombré, y ni siquiera España, que era el local, o Polonia, otro gran candidato, se llevaron la Copa FIFA. La gran ganadora fue la Italia, con una campaña que recuerda a esas viejas películas de Rocky Balboa, en la que “Semental Italiano” comenzaba perdiendo sus peleas y luego las daba vuelta en los últimos rounds, sacando fuerzas de quién sabe donde. Así ganó Italia aquel título, haciéndose fuerte en las difíciles y explotando en la última recta, para finalizar una labor épica. El mérito fue de todos: de Bearzot que nunca dejó de confiar en sus hombres, de Paolo Rossi que apareció en el momento justo, de la solvencia de Zoff, de la disciplina táctica de Scirea y Gentile, de la velocidad de los centrocampistas y de Antonio Cabrini, el lateral izquierdo que era defensor y atacante a la vez. Esta Italia del 82 no fue el mejor equipo de la historia de los mundiales, lo reconozco, ni siquiera de la historia azzurra. Pero su campaña fue la más linda de todas, créanme lo que les digo.

Al principio, es cierto que eran puro empate. Amargo 0-0 contra Polonia, duro 1-1 contra Perú y otro empate, el tercero, contra Camerún. El partido significaba quedarse o irse y Graziani marcó el 1-0 de cabeza a los 20´ del segundo tiempo. Pero luego los cameruneses sacaron del centro, tocaron, fueron hasta el arco de Zoff y ¡empataron el partido! Un desastre.




Italia se clasificó por los pelos para jugar la segunda ronda. Había empatado en puntos con Camerún, que también tenía tres empates, pero con un gol más de diferencia quedó segunda en el grupo A, detrás de Polonia. Paolo Rossi fue el centro de todos los reproches al mal juego de su equipo. El goleador no apareció en ninguno de los tres encuentros y se sabía que Bearzot lo había convocado por una crisis de lesiones, luego de que el toscano pasara 18 meses inactivo por una suspensión a causa de un escándalo de apuestas ilegales (el "Tottonero"). La crítica fue tan dura que el entrenador optó por hacer un "Silenzio Stampa": nada de hablar con la prensa, prohibido leer los diarios. Había que prepararse para jugar la segunda liga, que esta vez la integraban solo tres selecciones.


Es que España´82 significó un cambio importante en la dinámica de las Copas del Mundo ya que, como era de esperarse, el cupo de clasificados al torneo empezó a quedar chico en comparación a los países que disputaban eliminatorias. Entonces la FIFA decidió aumentar el número de plazas de 16 –como venía siendo desde Suiza´54– a 24 equipos. Así Europa logró tres lugares más, al tiempo que la CONCACAF (Confederación de América del Norte y Central), África y Asia/Oceanía aumentaron una plaza cada uno. Entretanto, Sudamérica quedó igual (tres plazas) y el país anfitrión y el último campeón terminaban de redondear la cuenta. Los 24 representativos formaron seis grupos de cuatro integrantes, de los cuales los dos primeros pasaban a una segunda liga, conformada por tres equipos. La idea tuvo que ver con el escándalo del 78 provocado en el Argentina-Perú, por lo que esta vez se decidió que los cuatro primeros de cada segunda liga jugasen una semifinal como las de antes. Claro que sumar 14 partidos más a la competición elevó muchísimo las recaudaciones. 66 millones de dólares fue el reembolso que recibió la FIFA por venta de entradas, derechos de televisación y publicidad, contra los magros 18 millones percibidos cuatro años antes.


Ahora bien, por llegar en la cola de los clasificados, a Italia le tocó el “grupo de la muerte” con Argentina y Brasil. Contra los campeones del mundo, Bearzot armó una táctica a la altura del rival. Al tener que marcar a cuatro delanteros, el entrenador dispuso a un defensa de marcas fijas (Cabrini – Bertoni, Collovatti – Díaz, Gentile – Maradona y Tardelli – Kempes) y un líbero tapando huecos (Gaetano Scirea). A su vez, Gabriele Oriali, experimentado volante del Inter, custodiaba la subida de Passarella, acompañado de Antognoni y Conti en el marcaje en zona, quienes, a su vez, escoltaban las proyecciones de los laterales Olguín y Tarantini. Así se disputó el primer tiempo, sin dejarles posibilidad alguna a los argentinos de que pudiesen desplegar su juego. El duelo Gentile – Maradona fue de lo más apasionante. El italiano se había estudiado durante dos días los movimientos del 10, llegando a la conclusión de que la fórmula para frenarlo era no permitir que se girase cuando recibía la pelota. Es cierto que en varias ocasiones debió recurrir a la falta, pero, en todo caso, no fueron golpes malintencionados sino más bien foules tácticos. Lo de Gentile fue una respiración constante en el oído del argentino y cuando Maradona consiguió escapársele, por única vez, ahí estuvo Scirea para enmendar el error.


En el segundo tiempo, Argentina solo amenazó a balón parado (tiro en el palo de Maradona y cabezazo al travesaño de Passarella), en cambio Italia hizo gala de su espectacular contragolpe. Cuando recuperaban el balón era como su un cartucho de tinta azul se esparciese por el campo. Antognoni bajaba corriendo a buscarlo y Tardelli y Collovatti, despegados ya de sus marcas, lo secundaban en la triangulación. Cabrini corría como una liebre por la banda izquierda, Conti por el centro y Oriali por la derecha, en tanto que Graziani y Paolo Rossi picaban también en diagonal hacia el arco de Fillol. Cuando Antognoni recibía, solo tenía que mirar a quien dársela. El resto se hacía solo.







El Brasil – Italia fue realmente emotivo. Brasil también venía de ganarle a Argentina, solo que por 3-1. El mejor ataque y la mejor defensa se personificaron ahora en el duelo Zico – Gentile. Claro que el carioca no era Maradona y, por ende, le ganó varias batallas a su stopper. Brasil había marcado 13 goles en cuatro partidos y había recibido solo 4. No obstante, los tricampeones pagaron cara su mala predisposición al pressing en el comienzo del partido cuando Conti se gambeteó a sí mismo en la banda derecha. Al desinterés de Cerezo y Eder, confundidos por la acción, les siguió Falcao, que persiguió a Oriali en la proyección, dejando libre el panorama del italiano para hacer un cambio de orientación hacia Cabrini. El lateral recibió totalmente desmarcado en la banda izquierda y el rígido 4-3 defensivo de los brasileños se movió en bloque hacia ese sector, al tiempo que Graziani y Paolo Rossi hicieron el movimiento contrario, entrando al área. De esta manera, el centro pasado de Cabrini dio perfectamente en la “Testa di Pablito”, que rompió el maleficio anotando su primer gol en España´82.


Brasil no se quedó atrás; Zico se sacó a dos de encima con un taconazo y metió un pase cruzado para Sócrates, que festejó un golazo mientras Zoff y Scirea se pedían explicaciones con la mirada. Luego vino un robo de Rossi y el 2-1 para Italia. El empate arribó en el minuto 23 del segundo tiempo, tras una extraordinaria finta de Falcao, que dejó a los de Bearzot a contrapié. A la media hora, Rossi marcó el tercero, desviando un remate de Marco Tardelli, y luego Sócrates y Antognoni marcaron un gol cada uno en fuera de juego. La partida se hizo eterna y antes de finalizarla, Dino Zoff, el mejor guardameta de España´82, realizó una parada providencial a un cabezazo de Oscar, que de haber entrado en el arco habría significado el pasaje de Brasil a la semifinal.







Italia volvió a enfrentarse a Polonia luego de casi un mes sin saber qué había sido de la vida de los del Este. Pero esta vez los de Bearzot eran otro equipo y los polacos acusaban la ausencia de su goleador, Zbigniew Boniek. El partido realmente fue un trámite, tanto que Rossi volvió a marcar dos veces más, dándoles la victoria final a los azurri por 2-0. Veintiséis años después, la figura del Mundial expresó sus sensaciones con estas palabras: "Muchos dijeron que los mejores equipos fueron Francia y Brasil, y que nosotros no merecíamos la victoria. Yo contesto simplemente que el equipo más fuerte es el que gana. Nosotros aprovechamos la inyección anímica que fue ganarle al último campeón del mundo y al máximo favorito y ganarles a Polonia y a Alemania fue casi una lógica."*


Pero antes de abordar la final, sería interesante comentar una serie de incidentes que se vivieron en el camino de Alemania hacia la definición del campeonato. Por empezar, en la fase de grupos, donde igualaron en puntos con Argelia y Austria. Allí los dirigidos por Jupp Derwall quedaron primeros por diferencia de gol. Los tres equipos le habían ganado a Chile y a la vez Austria había vencido a Argelia y ésta a Alemania. Por ello, cuando el delantero germano Horst Hrubesch marcó su gol al minuto 10 del partido entre alemanes y austríacos, casualmente el último de ambos equipos, los europeos pasaron a ser primero y segundo del grupo en detrimento de Argelia, que quedó tercera por la ya nombrada diferencia de gol. Con el hecho consumado, los 80 minutos restantes fueron una sumatoria infinita de pases que no disimularon para nada el arreglo, advertido por el público que, indignado, acompañó el encuentro con el grito de "¡Argelia - Argelia!". Pero esto no acabó allí. Algunas personas esperaron a los alemanes en la puerta del hotel Príncipe de Asturias donde se alojaban y les lanzaron huevos, a lo que el arquero Schumacher respondió con el genial acto de "devolverles cosas” desde la ventana de su habitación, varios pisos más arriba. Al cabo de unas horas, la manifestación se marchó por causa de la lluvia y porque en esa misma jornada España enfrentaba a Irlanda del Norte, también en su último partido del grupo (sino la seguían toda la noche, se los aseguro). **


Luego de esto, Alemania, y sobre todo Schumacher, jugó con el público en su contra, más aún después de haber eliminado a España en la segunda ronda. Pero la situación, aunque usted no lo crea, empeoró mucho más cuando los teutones expulsaron a Francia en una semifinal en la que el guardameta golpeó duramente al francés Patrick Battiston. Corría el minuto 62 y el marcador estaba 1-1. El árbitro no sancionó a Schumacher y ni siquiera cobró la falta, luego de que éste dejase inconsciente a su rival. Michel Hidalgo, entrenador del equipo galo, se salió de su banquillo desesperado. El suceso, sumado al incidente con Kuwait durante la fase previa, era un bochorno para les Bleus.*** El partido se reanudó y el empate forzó la prórroga. Francia hizo dos goles más y entonces Derwall sacó del banco a Rumenigge, que condujo a los blancos hacia el empate. Por primera vez hubo que definir una semifinal desde los doce pasos. Stelike falló su penal pero Schumacher, protagonista indiscutido de la noche de Sevilla, atajó dos y le dio la victoria a Alemania.







Para la final basta con decir lo obvio: Italia llegó como favorita y Alemania diezmada por el esfuerzo que le produjo eliminar a los franceses. Esa diferencia se tradujo en el resultado: 3-1. No obstante, el trámite del partido tuvo sus avatares, especialmente en los primeros 45 minutos. Alemania podía estar débil pero seguía siendo un equipazo. Bearzot tomó recaudos y, al prescindir de Antognoni, lesionado ante Polonia, dispuso del jovencísimo Giusseppe Bergomi para perseguir nada menos que a Rumenigge, que por suerte para él arrastraba una lesión. A su vez, Collovatti se quedó con Fisher, en tanto que Gentile ganó de par en par su duelo con el pequeño Littbarski y Scirea siguió siendo el líbero. Esa primera parte fue realmente dura. Hubo mucho nervio y Cabrini malogró un penal antes de acabarla.


En el segundo tiempo Italia dobló físicamentea Alemania y Rossi abrió el marcador con su sexto gol del campeonato, que le dio, en solo tres partidos, la Bota y el Balón de Oro de España´82. El tanto liberó aún más a Gaetano Sciera, encargado de armar el contragolpe para que los italianos volviesen a marcar. La euforia con que Marco Tardelli festejó su segundo gol es recordada como uno de los momentos más emotivos de la historia de este torneo. Altobelli puso el 3-0 y Breitner el 3-1. Al término del encuentro, Italia se consagró tricampeona del mundo, igualando a la selección de Brasil en ese mérito. Alemania, a su vez, inició con aquella final una serie de tres finales consecutivas que acabaron por darle su tercera Copa Mundial en 1990. Luego de los abrazos Dino Zoff ofrendó el trofeo al público del Santiago Bernabeu y los festejos acabaron con la vuelta olímpica de los italianos, una celebración que fue acompañada por la presencia tácita de los todos los equipos participantes que se dejaron la piel en un mundial irrepetible.



CITAS


* Paolo Rossi:El Libro de Oro de los Mundiales / 1930-1998” - redactores varios - ARTE GRÁFICO EDITORIAL ARGENTINO S.A. 1998, Buenos Aires.



ACLARACIONES:


** Antes de jugarse el último partido del grupo E de clasificación para la segunda liga, entre España e Irlanda del Norte, la tabla de posiciones estaba encabezada por la selección local y Yugoslavia (con 3 puntos cada una), seguidas de Irlanda del Norte (2 puntos) y Honduras (1 punto). Por lo tanto, el empate les alcanzaba a los españoles para clasificarse primeros y entrar en el grupo de Francia y Austria en la segunda ronda. Al sentirse prácticamente fuera del torneo, los irlandeses pasaron las horas previas de aquel partido totalmente relajados en la piscina del hotel City de Valencia, con sus esposas e hijos, bebiendo cerveza en cantidades industriales. Pero a la hora del encuentro, el único tanto de Gerry Armstrong clasificó a Irlanda del Norte y dejó segunda a España, que debió integrar ahora su grupo con Alemania e Inglaterra. Veinticinco años después, el autor del gol declaró en un documental para Canal + que ganaron aquel partido “gracias a la cerveza”.



*** El 21 de junio de 1982, en el Estadio José Zorrilla de Valladolid, se produjo uno de los hechos más rocambolescos de la historia de los mundiales en el encuentro disputado entre Francia y la selección de Kuwait. Con el marcador 3-1 a su favor, los galos marcaron su cuarto gol al promediar la segunda parte por intermedio de Alain Giresse. Pero, inesperadamente, el gol fue anulado ¿La causa?: La protesta de Fahid, hermano del Emir de Kuwait, Jaber Al-Ahmad Al-Sabah. Fahid hizo señas al entrenador de Kuwait inmediatamente después del gol para que retirase a sus hombres del campo ya que desde el palco se había escuchado un silbato que, según su opinión, había distraído a los jugadores de su país. Y es cierto, mientras Giresse se dirigía hacia el arco de los asiáticos, se ve una pequeña confusión en el terreno y al colegiado haciendo señas de: ¡Siga – Siga! El partido se paró cuando el propio Fahid bajó de su palco para amenazar al juez en persona, quién, atemorizado ¡anuló el gol de Giresse! Súbitamente, el técnico francés, Michel Hidalgo, salió de su banquillo a pedir explicaciones. La guardia civil española, que no se había animado a impedir el ingreso del hermano del Emir al terreno de juego, expulsó de mala manera al entrenador francés y acompañó amablemente a Fahid hasta su asiento. Un bochorno.




El Futbolólogo

-1978-

NO LLORES POR MI ARGENTINA




“No llores por mí Argentina” fue la canción utilizada para muchas de las interpretaciones de “Evita”, un musical que debutó en 1978 y que narra la historia de Eva Duarte de Perón, primera dama de este país a mediados de los cuarenta. “La embajadora de los humildes”, como le decían, acompañó al general Perón en su primer mandato, un período de bonanza económica signado por el fin de la Segunda Guerra Mundial, que le había dado a la República Argentina su perfil de potencia agro-exportadora. Tras la muerte de Eva, el peronismo cayó en desgracia y el presidente se vio obligado a huir por la misma puerta trasera por donde había arribado al poder.


A su regreso, luego de casi veinte años de exilio en España, Perón se consolidó como la figura salvadora de la ambigüedad capitalista-comunista en la que había caído la patria austral. Su entrada, esta vez, fue por la puerta grande, arrasando en las urnas. Pero como sucede con casi todas las segundas versiones de las cosas, el segundo gobierno peronista no fue tan exitoso como el primero. Los militantes del partido que él y su primera esposa habían fundado, ahora aliados al comunismo por considerarlo la única opción válida contra el imperialismo yankee, le exigieron que se pusiera a la altura de los hechos. El curso de los acontecimientos se agravó con su muerte, acaecida el 1º de julio de 1974, y como respuesta a los ataques desatados por la izquierda guerrillera, el 24 de marzo de 1976 tomó el poder una nueva dictadura militar con el apoyo de los EE.UU. Detenciones, torturas, asesinatos, desapariciones, guerra, vaciamiento de la economía, transnacionalización de las empresas, hiperinflación... fueron algunas de las consecuencias de los siete años que duró el quinto golpe de Estado en la república, llamado a sí mismo: "Proceso de Reorganización Nacional". En esas circunstancias se celebró la Copa del Mundo de 1978.







En 1998 escribió Eduardo van der Kooy para El Libro de Oro de los Mundiales: “La realización y conquista del Mundial de fútbol fue solo uno –y el primero– de los tres objetivos centrales que persiguieron los militares argentinos en su afán por perpetuarse. Otro quedó trunco. Los aprestos bélicos para una guerra con Chile por el Beagle, en el cierre de ese mismo año, se redujeron a eso por la mediación del vaticano. El tercero fue su propia lápida. El choque con Gran Bretaña por las Islas Malvinas significó la desintegración del régimen y el retroceso histórico más dramático de las Fuerzas Armadas. Pero todo eso vino después. El Mundial 78 colmó las aspiraciones de los militares y, probablemente, sirvió también como detonador de las alocadas aventuras posteriores”.*


Cabe destacar que la sede de Argentina se decidió en un congreso de la FIFA celebrado en 1966, donde también se designó a Alemania y a España como organizadoras de los torneos previo y posterior al de 1978. En todo caso, en aquel congreso nadie podía prever lo que sucedería doce años después. Sin embargo, llegado el momento, João Havelange, flamante mandatario, hizo caso omiso a las manifestaciones que en el mundo reclamaban por una celebración más justa en un país democrático. A continuación expondré algunas de las razones por las que se cree que el presidente de la federación internacional no tomó cartas en el asunto.


En primer lugar, el tiempo. El golpe ocurrió en el 76 y el Mundial se celebró en el 78. Havelange evaluó el trabajo del gobierno militar y, al ver que todo se hacía en tiempo record, prefirió “no ver” las manifestaciones de las Madres de Plaza de Mayo, reclamando por sus hijos desaparecidos frente a la Casa de Gobierno argentino. El porqué de estas omisiones, según palabras de Andrew Jennings, responden a que: “Una de las empresas que poseía (Havelange) en Brasil había asegurado el campeonato”** ¿Y qué decir del asesinato del general Omar Actis? Actis había sido el primer presidente del EAM 78 (Ente Autárquico Mundial 78) y también el primero en poner en vilo la situación de ajuste económico, respecto a la organización del campeonato. Pero, sorpresivamente, Actis fue asesinado en un atentado que años más tarde se le atribuyó al almirante Carlos Lacoste, su sucesor en el EAM. Con Lacoste, el dinero proveniente de empréstitos con el FMI (Fondo Monetario Internacional) circuló a raudales, otra buena razón para volver a los negociados de Havelange. En 1974, el brasileño había llegado a la presidencia de la FIFA gracias a la conjura celebrada horas antes de deponer al anterior mandatario, el inglés Stanley Rous. Havelange, ex jugador de water-polo, presidente de la Confederación Brasileña de Deportes y miembro del Comité Olímpico Internacional (COI), tenía mayores ansias de poder y enriquecimiento que sus rivales y la astucia necesaria para contagiar de dichos sentimientos a los magnates del mundo deportivo como, por ejemplo, el alemán Horst Dassler. El empresario, hijo de Adolf “Adi” Dassler –fundador de Adidas–, fue su principal apoyo en las elecciones y Havelange, cuando ganó, le devolvió el favor concediéndole oportunidades para que su marca se impusiera también en el mundo del fútbol. Ejemplo de esto fue que, en la celebración inaugural del mundial al que nos referimos hoy, miles de chicos desfilaron en el estadio de River Plate vestidos íntegramente con la marca alemana. Por lo antedicho, queda claro que “todos ganaban” y, como no podía ser de otra manera, Lacoste también fue premiado con una vicepresidencia de cuatro años en la FIFA.


Con Lacoste al frente del EAM se remodelaron estadios, se construyeron tres nuevos en Mar del Plata, Córdoba y Mendoza y se creó ATC (Argentina Televisora Color) con tecnología de punta para la transmisión de la Copa. Como veedor de las obras, Henry Kissinger, ex secretario de Estado norteamericano y hombre fuerte de la CIA, se presentó personalmente en Argentina. El estadounidense no solo controlaba lo que se hacía con el dinero proveniente de los bancos de su país, sino que tuvo tiempo de hacer negocios él también. Kissinger persuadió a los militares de una inversión de 500 mil dólares para la contratación de la empresa publicitaria Burson–Masteller, con el fin de contrarrestar la campaña "anti-argentina" llevada a cabo por la prensa internacional. Cuando acabó el torneo, el país anfitrión ya había duplicado su deuda con el FMI.



De los dieciséis representativos, Alemania arribó sin su capitán y figura, Franz Beckenbauer, retirado de la selección algunos años antes. Además de éste, Paul Breitner se había pronunciado abiertamente en contra de la dictadura, por lo que los campeones del mundo llegaron con un equipo a medio hacer, mezcla de veteranos a un paso del retiro (como Vogts y Maier) y de unos jóvenes no del todo maduros (como Rumenigge, de 20 años). Por su parte, Holanda arribó sin Cruyff, otro de los que declaró estar en contra del golpe***, y sin Van Hanegem, reemplazados en cancha por los mellizos Willy y René Van der Kerkof, pero contando, a diferencia de los alemanes, con el resto de sus elementos prácticamente intactos. Al mismo tiempo, las selecciones campeonas de Uruguay e Inglaterra se sumaron a las ausencias, por no clasificarse, pero sí estaban las infaltables de Brasil e Italia, ambas repletas de nuevas caras. Por último, Perú y Polonia completaban la lista de los que estaban en condiciones de pelear el campeonato, mientras que el resto lo componían equipos con escasa experiencia mundialista –excepto Austria, que se clasificó para jugar la segunda ronda, Suecia y España, que no lo consiguieron–. Dadas así las circunstancias, Argentina´78 era también un mundial ganable para los argentinos; no obstante, había que ganarlo. Nadie conocía bien el nivel de los rivales. Platini, Zico, Scirea, Paolo Rossi o Rumenigge (futuros monstruos de la década del 80) eran tan debutantes como Tarantini o Luque, para quienes la localía, ese factor que por lógica beneficia, pesaba mucho más sobre los hombros. En definitiva, en un mundial sin favoritos, llegaría a la final el que diera más pelea.


A la hora de las convocatorias, el seleccionador argentino, vamos a decirlo, la pasó bastante mal. Menotti se había hecho cargo del equipo con la democracia, luego del fracaso del 74, cuando el equipo albiceleste arribó a Alemania con un cuerpo colegiado integrado por Cap, Varacka y Rodríguez en el banquillo. Un año después, "El Flaco" obtuvo con el juvenil el torneo Esperanzas de Toulón, en Francia, y de ese plantel se llevó a Passarella, Tarantini, Gallego y Valencia a jugar con la mayor. En el 75 la selección quedó 5ª en la Copa América, con Leopoldo Luque como goleador, junto con Ernesto Díaz de Colombia, y en el 76 vino el golpe. Para el mundial, el gobierno no le permitió convocar a los jugadores de Boca, campeones de la Libertadores y la Intercontinental´77, y con la lista casi cerrada, Carlos Lacoste bajó la orden de incluir a Alonso, figura en River Plate. Así fue como Menotti debió prescindir de Maradona, la joven estrella de Argentinos Juniors, participante en los partidos de la albiceleste desde 1977. En cuanto a lo meramente futbolístico, Argentina era un equipo rústico, pero con mucha verticalidad. El técnico había impuesto un juego rápido, con más toque que control del balón, parando a sus hombres con un 4-3-3. Fillol era el arquero, custodiado por un cuarteto de aguerridos debutantes en la zaga y con Américo Gallego cumpliendo las funciones de volante "tapón". Gallego era el relevo de Olguín, Passarella y Tarantini, cuando éstos decidían subir al ataque, en tanto que Luis Galván, primer zaguero central, siempre se quedaba abajo. En el medio campo, Osvaldo Ardiles era el decodificador del proceso de comunicación entre los defensores y los delanteros, haciendo sociedades entre René Houseman y Daniel Bertoni (alternaron partidos como wines derechos) con Jorge Olguín (lateral derecho) y entre Valencia y Ortiz (punteros izquierdos durante el certamen) con César Tarantini (lateral izquierdo). Por último, haciendo la "punta de lanza", Mario Kempes ingresaba desde atrás con pelota dominada por el carril centro-izquierdo, combinando su entrada al área con la salida de Luque, el centrodelantero del equipo. El "Matador", como le decían a Kempes, era el único internacional del plantel (jugaba en el Valencia de España) y uno de los tres sobrevivientes de la selección del 74, junto con Fillol y Houseman.



El debut fue con más garra que fútbol. A la victoria por 2-1 ante Hungría le siguió otra contra Francia por idéntico resultado. Italia fue la última cita antes de pasar a la segunda ronda. Ambos equipos estaban clasificados y solo tenían que definir quién se quedaría con la sede de Buenos Aires. La squadra azzurra, con el empate, inclusive, seguía primera por diferencia de gol. El partido se definió con el único tanto de Bettega y los de Menotti debieron armar las valijas para trasladarse a Rosario.



Como en Alemania, para la segunda fase se formaron otra vez dos ligas de cuatro equipos. Italia, Holanda, Alemania y Austria jugaron entre sí en Buenos Aires y Córdoba, mientras que Argentina, Polonia, Brasil y Perú lo hicieron en Rosario y Mendoza. Algunos aseguran hasta el día de hoy que el cambio de sede le vino bien al equipo de Menotti. El “Gigante de Arroyito” era un estadio donde los rivales sentían mucho más la presión de la gente, ya que en el de River las tribunas estaban más alejadas por la intermediación de pista olímpica. Además, Kempes se reencontró allí con los hinchas de Rosario Central, su antiguo club. Pero antes del viaje, su técnico le había aconsejado que se afeitara el bigote para romper el maleficio que no lo dejaba marcar gol. La noche del 14 de junio de 1978, El Matador marcó sus dos primeros tantos ante Polonia, uno de cabeza y otro de zurda, entrando en gambeta tras una asistencia de Ardiles. Pero eso no fue todo; el 10 argentino también provocó un penal, sacando con la mano un cabezazo de Lato sobre la misma línea del arco, que luego Deyna malogró en la ejecución. Menotti le había dicho a Fillol que si le adivinaba el palo se lo podía atajar, ya que el capitán polaco siempre los pateaba a colocar. Fillol atajó su primer y único penal en los mundiales el mismo día en que nació su hija y, casualmente, en el partido número 100 de la estrella europea con su seleccionado. El segundo encuentro no fue tan emotivo. Fue un 0-0 pálido ante un Brasil que, al no poder jugar su fútbol, se decidió a pegar patadas. Argentina no se quedó atrás y a los 13 minutos entre ambos equipos totalizaban 14 infracciones (Karoly Palotai, el árbitro húngaro, solo sacó tres amarillas). Brasil le había ganado por 3-0 a Perú y con el empate quedó primero en el grupo y, por ende, finalista. Como aliciente, en su tercer partido la Canarinha venció por 3-1 a Polonia y obligó a Argentina a ganarle a Perú por cuatro goles de diferencia. Menotti convenció a sus hombres de que podían anotar dos goles por tiempo si presionaban lo suficiente a sus rivales. Pero, como se vio durante el partido, a los locales se le fue la mano con el "pressing" y ganaron 6-0.




El 6-0 a Perú constituye una de las obras documentales más extensa sobre el fantasma de la corrupción en el fútbol. Muchas cosas se dijeron sobre lo que pasó en la previa de aquel partido, pero muy pocas de ellas fueron versiones acompañadas de una prueba contundente. De estos interrogantes, enumeraré aquí los cuatro que han adquirido mayor resonancia:


En primer lugar, se habló de un arreglo monetario con un grupo minoritario de jugadores peruanos. Sobre este tema, las monografías de David Yallop: ¿Cómo se robaron la Copa? (1999) y de Fernando Rodríguez Mondragón: El Hijo del Ajedrecista (2007), son las más famosas. Entre los implicados cobra fuerza la figura de Rodolfo Manso. El defensa peruano habría encendido la mecha en el año 79, cuando fue transferido al club Vélez Sarfield de Argentina. En esas instancias, Manso le confesó a un grupo de íntimos que había recibido un llamado la noche anterior al cotejo en la que le ofrecían 50 mil dólares por no oponer resistencia contra el equipo argentino. A esta versión se sumó otra (la segunda) que aseguraría que los de Menotti jugaron dopados, siendo, en este caso, el mediocampista peruano José Velazquez el principal acusador. Pero ninguno de los dos argumentos pudo ser probado o contrarrestado, y eso que ya pasó bastante tiempo como para que se ensuciara alguna que otra conciencia. No hubo reconocimiento alguno sobre las acusaciones recibidas por parte de los implicados. Lo más cercano a una declaración abierta fue la que realizó Oscar Ortiz en un documental en el año 2006, en la que solo se animó a decir lo obvio ante las cámaras: “Hay dinero y hay drogas, por lo tanto: si hay dinero y hay droga, hay doping y hay soborno”****. Mientras tanto, la tercera versión remite a un préstamo de 50 millones de dólares por parte de la Junta Militar argentina al gobierno peruano, también dictatorial, y a un donativo de cereales al término de la partida. Aquí sumaremos el trabajo realizado por el periodista británico Andrew Jennings, quién se tomó prestada la declaración de su colega peruano Tito Navarro, al que se le adjudica el descubrimiento. No obstante, y para la desdicha de ambos, la cédula, si bien existe, en el marco legal no constituye una prueba contundente ya que ambos gobiernos la encuadraban en un acto de solidaridad entre naciones. Para finalizar con este tema, la prueba más creíble de todas fue la visita del propio Jorge Rafael Videla, presidente argentino, y Henry Kissinger a los vestuarios peruanos, para intimidar al cuerpo técnico y a sus jugadores, testimoniada ante las cámaras por Percy Rojas y por el arquero peruano Ramón Quiroga. Sin embargo, como pasó con todo lo anterior, en este caso tampoco existen ni fotos, ni filmaciones, ni nada que confirme sus versiones.


En la otra liga, mientras tanto, no hubo problemas, ya que Holanda e Italia llegaron a jugar una especie de semifinal al definir entre ellas en su último partido el pase a la final. Ambos equipos le habían ganado a Austria y empatado con Alemania, por lo tanto, es menester hacernos la siguiente pregunta: ¿la FIFA no pudo preveer antes, cuando incorporó esta idea de los grupos en la segunda ronda a partir de Alemania´74, que alguna vez se podría dar el caso de Argentina y Brasil de 1978, es decir, que dos equipos no definiesen en el último partido su pase a la final entre sí, sino que lo hiciesen separadamente con dos rivales distintos? Y si es así: ¿no se deberían haber jugado ambos partidos a la misma hora, más aún, cuando habían dos sedes para dichos partidos, una en Rosario y la otra en Mendoza? Queda claro que la FIFA solo vio el beneficio económico en todo esto, ya que el jugar una segunda liga elevaba el número a 18 partidos más de los que se venían jugando cuando 8 equipos disputaban a eliminación directa la segunda fase del campeonato. Pero, si el tema era ganar horas de televisación: ¿acaso no hay testimonios de que la BBC ya hacía transmisiones en simultáneo doce años antes de este campeonato del 78? Si existe una prueba contundente de que hubo corrupción en el 6-0 a Perú es esta: el darle al equipo argentino la posibilidad de conocer el resultado por el que debía ganarle al combinado peruano, por abultado que fuese, en perjuicio de Brasil. Probablemente Havelange creyó que Argentina no ganaría su partido por cuatro goles de diferencia, especulando con la posibilidad de poder lavarse las manos con el fracaso de los de Menotti. Argentina disputó la final contra Holanda en el estadio Monumental de River Plate. Luego del 1-1, Robert Rensenbrinck estrelló un tiro en el palo del arco de Fillol en el minuto 90. El gol no habría sido tan injusto contando lo anterior y que los naranja llegaban por segunda vez consecutiva a una final. Pero no fue así. Argentina ganó en la prórroga por 3-1, con Mario Kempes acabando el torneo como goleador y figura y con Daniel Passarella consagrado como primer capitán argentino en levantar una Copa del Mundo. En la calle, los festejos duraron lo que duró la euforia y, como pasa con todo lo que embriaga, el regreso a la realidad fue un golpe duro para todos. Al término de la dictadura, la gente conoció la verdad. Los ignorantes se sorprendieron, los que sospechaban corroboraron sus dudas y los que sabían pudieron hablar por primera vez, sin temor a represalias. Argentina´78 fue un mundial transformado en conspiración fascista, planificada desde el alto mando militar argentino, financiada desde el extranjero y que contó con la ayuda de algunos miembros de la FIFA. Le pido disculpas al lector que ha llegado hasta aquí por la extensión de esta columna. Como se imaginará, como argentino que soy, esta crónica me exigía un compromiso mucho mayor con la verdad.



Dedicado a los jugadores argentinos que protagonizaron la gesta deportiva del 78 y a los futbolistas del resto de los países participantes, quienes fueron usados en beneficio de un grupo de cobardes mafiosos y asesinos que jamás serán perdonados.


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CITAS:


* Eduardo van der Kooy: “Un grito en la Oscuridad”. El Libro de Oro de los Mundiales / 1930-1998 - redactores varios - ARTE GRÁFICO EDITORIAL ARGENTINO S.A. 1998, Buenos Aires.


** Andrew Jennings: Tarjeta Roja. El libro secreto de la FIFA: sobornos, manipulaciones de votos y escándalos con las entradas. EDICIONES DE LA TEMPESTAD – 2006 – Barcelona; Pág. 40.


**** Declaración de Oscar Ortiz, wing izquierdo argentino, tomada del documental: Mundial 78. Verdad o Mentira, Argentina -2007, dirigido por Christian Remoli.



ACLARACIONES:


*** El astro holandés Johan Cruyff declaró en 1978 que no participaría de la Copa Mundial por tener diferencias con el gobierno argentino. Luego se supo que Cruyff se negaba a vestir una camiseta marca Adidas, problema que ya había mostrado en 1974 en Alemania, donde lució una casaca igual a la de sus compañeros, solo que con una tira menos en el borde de sus mangas. En 2008, finalmente declaró en una entrevista que había tenido problemas con su esposa y que había sufrido un asalto a mano armada en su propia casa ¿Cuál de todas estas será la verdad?



UN EJEMPLO DE SOLIDARIDAD:


El día de la ceremonia inaugural, Ronnie Hellstrom, arquero de la selección de Suecia, caminó alrededor de la Pirámide de Mayo, frente a la Casa Rosada, en un acto de solidaridad con los que estaban reclamando en ese lugar por sus familiares y amigos desaparecidos.



El Futbolólogo