Final Brasil 2014
MARADONA ES MAS QUE MESSI


Diego Maradona ganó el Balón de Oro del Siglo XX, premio que compartió con un ex futbolista que anotó más de 1000 goles y ganó tres Mundiales llamado Pelé ¿Cómo pudo este hijo de Villa Fiorito emular a semejante gloria con una sola Copa y menos goles en su haber? Sencillamente porque en su único Mundial, el de México-86, el Pelusa dio la mejor versión del futbolista en toda la historia de este deporte.

Cuatro años después, en Italia-90, el Rey Diego tuvo que defender su corona con una sola pierna, la derecha, ya que la izquierda (justamente la buena) estaba destrozada. Fue en la antesala del tercer partido ante Rumania que una persona del cuerpo técnico le pidió que fuera al entrenamiento en ojotas para que el periodismo pudiera ver el estado de la misma. Desde ese día el tobillo de Maradona y la uña encarnada de esa misma zurda pasaron a ser más famosos que su dueño. Con esta noticia bomba, Argentina bajó unos cuantos decibeles a las críticas que venía recibiendo por su mal juego, mientras los rivales se frotaban las manos.

Un Mundial son siete partidos y no hay tiempo para levantarse. No tiene nada que ver con el campeonato de un club donde aún perdiendo repuntás. Por eso las glorias de fútbol salen de los Mundiales. Porque allí se miden contra los mejores sin margen de error. Maradona jugó cada partido de Italia-90 infiltrado (con la pierna izquierda anestesiada). Recibió cientos de patadas antes de llegar a la final. Esa proeza lo canonizó.

Aquella definición emparejó a Argentina con Alemania, los mismos rivales de México-86. Fue la revancha de los teutones. Beckenbauer y Bilardo seguían en los bancos y algunas pocas figuras continuaban en la cancha. En el Olímpico de Roma, Alemania cambió el verde por el blanco de su camiseta y Argentina su habitual albiceleste por la azul de visitante. Los germanos ganaron 1-0 en la última final gaucha hasta esta de Brasil 2014.

En el Maracaná hubieron algunas coincidencias: las mismas camisetas, Alemania como favorita, Argentina encomendada a Messi, heredero natural de Maradona. Esta vez no jugó Di María, como Caniggia en el ´90 (el primero por lesión, el segundo por sanción), dos que de haber estado en la cancha podrían haberles restado sendas estrellas a los alemanes para sumárselas al escudo de la AFA. Argentina jugó una digna final ante un rival que venía de pulverizar a Brasil en su casa ¡en semifinales! por una cifra del tiempo de antes: 7 a 1. El equipo de Sabella supo cómo pararle el carro a la Mannschaft. Incluso pudo ganar. Las sustituciones de Lavezzi e Higuaín, desde mi punto de vista, fueron claves. El futbolista del Nápoli estaba con la mano caliente, como dicen en el básquet, y el Pocho venía cumpliendo bien defensivamente por el sector de Lham. El ingreso de Agüero y Palacios enfrió a los de arriba, incluyendo a Messi. 

Poco más se pudo esperar de él desde entonces. Antes del encuentro, Argentina estaba encomendada a su figura. El Messías era el único que podía marcar la diferencia ante un adversario que arribaba con 17 goles a favor en solo seis partidos. Intentó lo que pudo, siempre muy marcado, y después se desvaneció. Agüero se fijó en la banda izquierda, no corrió a Lahm y perdió todos sus mano a mano con Boateng. La zona de Humells, la más flojita y por donde más daño se había causado, se abandonó. El ingreso de Gago por Pérez intentó enmendar el error, armando la cortina del triple cinco en el medio para aguantar a los alemanes y tirar el bochazo. Pero solo Palacios colaboró en defensa, siendo justamente el delantero menos hábil el más retrasado para armar la contra. A esta suma de errores Messi contestó abandonándose a sí mismo.

Caminó la cancha cabizbajo un buen rato, como contra Paraguay por las eliminatorias de Sudáfrica 2010 ¿Se acuerdan? Aquel gesto armó mucho revuelo en Argentina. Entonces se decía que Messi no valía, que no jugaba como en el Barcelona. Uno podía creer que era un problema del técnico Maradona que no lo sabía aprovechar. Anoche me di cuenta que no, que Leo se boicotea solo cuando las cosas no le salen como quiere. Y me dolió porque al mismo tiempo se veía el esfuerzo al límite de jugadores como Mascherano. Qué pena. Entiendo que no hubiera espacio para gambetear pero al menos podría haber corrido una pelota para contagiar de ánimo a sus compañeros. En gran parte de la prorroga no fue el mejor del mundo ni tampoco el capitán.

Lionel Messi no va a jugar otra final de un Mundial por la sencilla razón de que Mascherano va a tener 34 años en Rusia 2018. Y tampoco se ilusionen con que vaya a aparecer otro Jefecito de acá a cuatro, ocho o doce años. Tipos con ese liderazgo, ese desdoble físico y hombría salen menos seguido que un zurdo habilidoso. De hecho ya hay un nene que se llama Claudio Ñanqufil en la horma. Los goles de La Pulga y la sangre de Masche nos hicieron soñar con esta Copa del Mundo. Pero en el último partido tenía que aparecer el primero ¡Era su Mundial carajo! Para aquellos que nacieron después de 1990 y se piensan que Maradona toda la vida fue un drogadicto incapaz de pegar dos palabras coherentes en una misma frase, me gustaría decirles algo: Maradona en una cancha era Messi mas Mascherano.


El Futbolólogo