DUELO DE KÁISERES
-Passarella: segunda parte-
De los 22 convocados solo tres jugadores habían estado en Mundial anterior: Ubaldo Fillol, René Houseman y Mario Kempes (único internacional del torneo, jugaba en el Valencia de España). Los demás eran todos pibes que habían disputado el Torneo Sub-23 Esperanzas de Toulón, mas algunos novatos del interior como Luís Galván, el “Pitón” Ardiles y Daniel Valencia. La apuesta era grande, más aún siendo locales en una competencia tan importante. Como capitán, finalmente se nombró a Daniel Alberto Passarella por su destacada actuación en el torneo juvenil antes citado y por ser el defensor más goleador del campeonato argentino. La preparación del equipo, llevada a cabo con minuciosidad en lo físico y en lo técnico/táctico, parecía más un entrenamiento militar que una puesta a punto. Para justificarlo todo, el gobierno militar hizo spots publicitarios, eso sí, auspiciados por empresas extranjeras.
Así fue como llegaron Italia y Argentina a su encuentro definitorio por la supremacía del Grupo 1, las dos con cuatro puntos (Italia con un tanto más a favor por haberle ganado 3-1 a Hungría). Pero el equipo del inteligente Bearzot fue el único que materializó con un gol de Roberto Bettega –previo taco de Paolo Rossi- a los 22 del segundo tiempo. Italia primera, Argentina segunda. Las dos clasificadas.
En la segunda fase se mantuvo el sistema de grupos propuesto en Alemania´74. En el Grupo A, Italia, Alemania, Holanda y Austria buscaban en Buenos Aires y Córdoba un lugar en la final. Por el Grupo B, Argentina, Polonia, Brasil y Perú hacían lo propio en Rosario y Mendoza. Allí apareció el “Matador” Kempes, el único internacional, el que venía con chapa de goleador y no había conseguido marcar en la fase previa. 2-0 a Polonia en Rosario, mientras que el Brasil-Perú acabó con victoria canarinha por 3-0.
El siguiente match fue una verdadera batalla campal. Para que se den una idea, Argentina-Brasil se inició con una falta a los 10 segundos y ya en los primeros 13 minutos se totalizaban 14 ante la pasividad del árbitro húngaro, Karoly Palotai, que en ningún momento sacó una amarilla como para calmar alogunos ánimos. 0-0 final y los anfitriones, después de 8 años, seguían sin poder ganarle a los tricampeones del mundo.
Entonces llegó el día más polémico de la Copa y, tal vez, de la historia de los Mundiales. Dos errores garrafales se produjeron antes del Argentina-Perú. El primero de la FIFA, que avaló que se jugase el partido entre Brasil y Polonia unas horas antes. El segundo de los propios militares, que fueron a saludar a los peruanos en compañía de Henry Kissinger –secretario de estado norteamericano y hombre muy cercano a los golpistas- cuando nunca habían hecho tal acto protocolar con otros equipos.
La final enfrentó a Holanda y Argentina en el estadio Monumental de River Plate. El local salió con Fillol en el arco; Olguín, Galván, Passarella y Tarantini; Ardiles (rehabilitado de su lesión en el tobillo luego del trabado encuentro con Brasil), Gallego y Kempes; Bertoni, Luque y Ortiz. Holanda hizo lo propio con Jongbloed; Brandts, Krol, Haan y Poortvliet; Neeskens, Jansen y Willy Van der Kerkhof; Rep, René Van der Kerkhof y Rensembrick. Los europeos salieron a la cancha y cinco minutos más tarde lo hicieron los capitaneados por Daniel Passarella -cuando el acto protocolar indicaba que ambos equipos debían salir juntos-. El propio Káiser advirtió al árbitro que uno de los mellizos, René, traía un yeso en la muñeca derecha y el colegiado se lo hizo cambiar. El hecho parece anecdótico, pero así el local consiguió 7 minutos más de demora, propicios para generar molestia en algunos hombres del conjunto rival. (Video: http://www.youtube.com/watch?v=5gm-b-DkL8) Luego se dio la mano con Krol y Kempes y Luque hicieron el saque desde el medio.
Argentina pegó primero con un remate su capitán, que se comió un gol en la puerta del área chica, llegando por sorpresa tras un centro pasado de Olguín. Holanda respondió con un formidable cabezazo de Rep y con otro derechazo suyo, que Ubaldo Fillol, de extraordinarios reflejos, sacó al corner. A los 38 minutos, gol de Mario Kempes y el país explotó como una bomba atómica a lo largo y a lo ancho de su territorio. Primer tiempo: 1-0 el local arriba.
En el segundo período, entró Nanninga por Rep y ya no se fallaron goles. Larrosa (recién ingresado por Ardiles) se quedó enganchado cuando todos sus compañeros salían para dejar en offside a los holandeses; el astuto René Van der Kerkof se coló por la derecha y centró para Nanninga, quien clavó el empate de cabeza faltando 8 minutos para acabar la final. El partido se puso tenso y aguerrido y el temor se transformó en patadas -el árbitro italiano solo sacó 4 amarillas en los 120 minutos-. En el último ataque holandés, Rensembrick, hasta entonces goleador junto con Mario Kempes, recibió un pase largo ganándole las espaldas a Olguín, burló la salida a Fillol y estrelló su remate en el palo. Era el minuto 90 y "los naranja", por unos centímetros, casi ganan su primer Mundial.
Primer suplementario, los dos equipos salen a ganar. Saca Passarella una falta, recibe Ortíz que enseguida lo ve a Kempes entrar como una bala. El Matador dispara al cuerpo de Jongbloed, el rebote lo favorece; dos holandeses van con plancha -y él también- pero gana el cordobés. 2-1 a los 15 del primer suplementario. Kempes Bota de Oro, con 6 tantos. Segundo suplementario. Gol de Bertoni a los 11 minutos. Los holandeses piden mano en el área. 3-1 para Argentina. Campeones del Mundo. (Video: http://www.youtube.com/watch?v=FlQ0TTzZqP8)
La gente copó las calles con un desahogo unánime mientras la represión seguía su curso en algunos lugares oscuros. Los militares festejaban más que nadie, era el segundo de sus objetivos cumplidos -el primero había sido una Guerra infame contra Chile por el Canal de Beagle-. Se sentían apoyados por todo el pueblo como se volverían a sentir tres años más tarde, cuando fueron por las Malvinas como si se tratara de otro Mundial.
Passarella levantó la copa con cara de nene provinciano. Fillol, Gallego, Kempes y él fueron elegidos en el Equipo Ideal Argentina ´78. Hasta el día hoy, éste sigue siendo el Mundial menos recordado y menos reconocido de los dos que ganó la selección. Ya pasaron más tres décadas y el de Chacabuco todavía debe soportar el peso de ser llamado "vende-patria", cuando en realidad lo único que hizo fue salir a la cancha a competir como lo que verdaderamente era: un líbero excepcional.