Mitología rosarina
EL TRINCHE CARLOVICH

Saludos a los amigos de la comunidad futbolológica del blog e Hinchapedia y disculpas por la ausencia. Gracias a Dios el fútbol sigue, confirmando aquello de que nadie es imprescindible. Neymar logró firmar por el Barcelona poco antes de ganar con Brasil la ConfeCup, dándole un baile a España; Guardiola perdió su primer título con el Bayern (2-4 ante el Dortmund por la Supercopa de Alemania); Ronaldinho levantó la Libertadores; Verón volvió a Estudiantes, Mourinho al Chelsea y en el Real Madrid hay culebrón por la compra de Garreth Bale, que de consumarse convertiría cada Barça-Madrid en la guerra termonuclear global por tv.

Otra noticia fue la de la llegada del Tata Martino al banco del Barcelona como sustituto de Vilanova. El catalán no seguirá por cuestiones de salud y desde aquí le enviamos fuerzas. Esta contratación in extremis es la cuarta de un rosarino en la historia del club después del Flaco Menotti, Tito Bonano y Messi. En la conferencia de prensa tras el arribo a la ciudad condal, un periodista se animó a preguntarle qué tenía de especial Rosario para que surgieran allí tantas personalidades ilustres. Humildemente Martino no supo dar un porqué, aunque confesó: “igualmente todos estamos muy contentos”. 

A diferencia del Tata yo sí tengo una teoría: Rosario es una ciudad romántica. Y cuando lo digo no estoy resumiendo todo a la belleza de sus mujeres, que también es famosa. Hablo de idealistas verdaderos como el Ché o Lisandro de la Torre, de humoristas como el Negro Olmedo y Fontanarrosa, de poetas como Riestra, Lito Nebbia o Juan Carlos Baglietto. Rosario es una ciudad donde se ama lo que se hace, dónde se cree en las utopías, donde se comparte. Menotti es un típico rosarino, tan lírico como Bielsa y Valdano (rosarino por opción). Incluso Kempes se arrimó desde Córdoba y Maradona quiso resucitar allí. De la diestra del Matador surgió Batistuta y de la zurda del Diego Leo Messi. “Rosario siempre estuvo cerca” dijo Fito Páez y no mentía.
La ciudad de la bandera es un país en sí mismo, sostenido por el amor de quienes la transitan día y noche. Y en sus calles y barrios llenos de bohemia nos asaltan los mitos y leyendas. De todas ellas la más importante es la de un futbolista que hasta el día de hoy es considerado el más grande de la historia rosarina: El Trinche Carlovich. Hijo de inmigrantes yugoslavos, se caracterizó por una garra a toda prueba y una técnica depurada que lo compara, según el mito, con Pelé y Maradona (aunque haya quienes aseguren que los superó ampliamente). Caño de ida y vuelta, pelota cosida al pie, control de pecho y hombro, espaldinha… Carlovich inauguró la asistencia a espaldas del jugador en el aura del fútbol físico, del fútbol total, cuando los entrenadores dejaron de darle pelota a la técnica individual. Idolo de Central Córdoba, la cancha reventaba cuando él se ponía los cortos y se vaciaba cuando la pesca en el Paraná se interponía en su decisión de jugar. “Esta noche juega el Trinche” fue la frase popular de aquellos años setenta. Los hinchas de Newell´s y Central se juntaban para ir a verlo.
Lo conocí a través de la revista Panenka de España. Como dice el dicho: nadie es profeta en su tierra. Hoy el Trinche no tiene un mango y vive del asado convidado, de la mitología y los pocos reportajes que da a cambio de un billete. Como cuando era futbolista, esconde la pelota ante la pregunta incisiva de porqué no llegó más lejos ¿Cuánto valdría hoy un jugador así? En una época en la que los partidos de Segunda B no se filmaban, los testigos de aquellas noches mágicas aclaman su figura: “Fue el mejor”, dicen sin más. A continuación, les propongo este video del programa Informe Robinson sobre el mito del genial jugador Tomás Felipe Carlovich, el Trinche, para los rosarinos.      

 


El Futbolólogo