Claudio Caniggia

HISTORIA DE UN WING






Hubo una época en que se hizo famosa la frase: «Arqueros boludos, wines locos». En aquel tiempo el wing o puntero, derecho o izquierdo, era el atacante que esperaba en soledad la llegada de la pelota pegadito a la línea de cal. Su contribución en el juego era fugaz. Parado a poco más de metro y medio del alambrado, de brazos en jarra, aburrido y con las medias bajas, los minutos corrían. Solo cada tanto venía a verlo su marcador, el lateral contrario, como para recordarle alguna que otra amenaza: «¡Sabés la patada que te vas a comer, no?!» le decía el lateral, «¡Ja! ahora vas a ver como te paso!» le contestaba el wing. Pero lo que pasaba era el tiempo y la pelota no venía nunca... Entonces se abría el juego: pase en profundidad para el wing; la frenética tribuna vaticinando el peligro de gol: «¡Corré, loco, corréee!!!» y el Ala, que estaba ansioso por entrar en escena, sacaba de la galera una gama de recursos para burlar al defensor y así divertir a la tribuna.


A lo largo del tiempo hubo muchos wines famosos: Garrincha, Corbatta, Houseman, Jairzinho, George Best… Esta es la historia de un inolvidable wing ídolo de River y de Boca: del “Pájaro, hijo del viento” Claudio Paul Caniggia.


Su historia comenzó el 14 de diciembre de 1985 cuando el técnico de River Héctor "el Bambino" Veira decidió probarlo en un partido más o menos fácil contra Unión de Santa Fe. Sus instrucciones fueron claras: «¡Entrá y matalos, nene, dale!». A continuación, el chico de 17 años metió una serie piques nunca antes vistos en el fútbol argentino y River aplastó 3-0 a Unión. Desde entonces pasó a ser relevo del uruguayo Antonio Alzamendi y de Ramón Miguel Centurión, punteros derecho e izquierdo del equipo, respectivamente. Su anormal velocidad fue una de las armas mortales del equipo millonario, que consiguió ganar la primer Libertadores de su historia en 1986. Para finales de ese año, más precisamente el 14 de diciembre, en Tokio, el rubio oriundo de Hénderson alcanzó la gloria al consagrarse también Campeón Intercontinental con tan solo 19 años.



En la siguiente temporada llegaría su primer gol vistiendo los colores de River en la que fuese victoria por 4 a 2 sobre Témperley. Como no podía ser de otra manera, el técnico Carlos Bilardo se fijó en él y lo convocó para entrenar en Ezeiza con el equipo nacional que se estaba preparando para el Mundial de Italia´90.


Antes del inicio de la Copa, y tras rumores de intereses por parte de la Juventus de Turín, River lo vendió junto con Pedro Troglio al Verona de Italia, donde disputó 21 partidos de la temporada 88/89 y marcó 3 goles. Al año siguiente fue cedido a la "Mágica" Atalanta, donde al ritmo del «¡Caniggia vola!», coreado por los aficionados, su promedio de gol ascendió a 10 conversiones en 31 partidos. La marca dio lugar a la prensa italiana para señalarlo como una de las posibles revelaciones del Mundial.



El 8 de junio a las 6 de la tarde arrancó el primer partido de Italia ´90 entre Argentina y Camerún. Después de un violento primer tiempo, Caniggia ingresó por el lesionado Ruggeri para jugar toda la segunda parte. Bilardo, que no encontraba respuestas satisfactorias del centrodelantero Abel Balbo, decidió probar con su wing para abrir el juego. Dos intervenciones de Claudio y el rival quedó con nueve: primero, por una falta de André Kana-Biyik a los 61 minutos y luego tras el inolvidable cruce del líbero camerunés, Benjamín Massing, a poco de finalizar el partido.










El partido terminó 1 a 0 en favor de Camerún y ya para el encuentro siguiente, frente a la Unión Soviética, Caniggia fue titular y provocó por tercera vez la expulsión de un contrario, al ser derribado por Vladimir Bessonov apenas iniciado el segundo tiempo. No había forma de pararlo y con otra falta recibida a la media hora, Argentina consiguió convertir su segundo gol tras un saque rápido de Maradona para Burruchaga, que puso el 2 a 0 definitivo. Luego de un tercer encuentro de la fase preliminar, empatado 1 a 1 con Rumania, a los de Bilardo les tocó Brasil en octavos. En aquel partido el relator Marcelo Araujo le puso el apodo de «Pájaro Caniggia» en referencia a su estilo de wing inquieto y peligroso. Luego de cuatro remates de los brasileños que dieron en los postes, llegaría la primera asociación Maradona–Caniggia que culminó con un golazo inolvidable de Claudio a tan solo 10 minutos del final.







Luego de vencer por penales a la ex Yugoslavia en los cuartos de final, Italia, probablemente el mejor equipo de la Copa - junto con Alemania, la vencedora del torneo -, nos esperaba en el San Paolo de Nápoles. Aquel match por las semifinales constituyó el mejor partido de los dirigidos por Bilardo, que luego de ir perdiendo durante toda la primera parte salieron a la contra y empataron con otra joyita de Claudio Paul: una genial peinada de espaldas al arco. El gol, que llegó recién a los 12 minutos del segundo tiempo, significó la caída de la valla invicta de los italianos. Olarticoechea fue el encargado de poner el centro. El timing de Caniggia superó el salto de Ferri y las manos del arquero. Su tanto obligó a jugar la prórroga, que terminó sin goles, y finalmente los dueños de casa quedaron afuera por penales. Zenga, guardameta de aquella noche fatídica, se tuvo que conformar con la marca de 533 minutos sin recibir anotaciones, record jamás alcanzado por otro arquero en una Copa del Mundo.





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Caniggia se quedó sin jugar la final del Mundial. Recibió su segunda amarilla tras bajar una pelota con la mano en el nombrado tiempo suplementario de este partido. La final fue horrible sin él, hasta 1990 la peor final jamás vista - luego vendrían otras peores -.


En la siguiente semana recordaremos su actuación inolvidable en la Copa América 1991, sus dos golazos frente a Nigeria en el Mundial USA´94 y su paso por Boca Juniors, previo final de su carrera. No se lo pierdan.








El Futbolólogo

2 comentarios:

  1. que grande Tucho, me hiciste revivir el partido de Brazil, todo el sufrimiento y de pronto ese gol de Cani... yo estaba en la colimba, haciendo guardia, y fue un momento increíble donde solo el fútbol, puede unir en un abrazo a soldados, cabos, sargentos y hasta un teniente coronel, por un momento olvidándonos de los "grados" y sintiéndonos simplemente argentinos apasionados de su selección, un saludo.

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  2. Buenísimo el video del patadón a Caniggia. El árbitro primero le saca la roja y después le muestra la amarilla!!!
    Y también se nota que Bilardo era el técnico de la selección. Fijate que el camerunés había perdido el botín y primero Batista trata de pisarlo ya que estaba descalzo y después Burruchaga lo pisa y se hace el “yo no fui”
    Inconfundibles enseñanzas del Doctor!!!!

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