Homenaje a Miguel Mori
EL JUGADOR DEL PUEBLO


Baradero es un pueblo situado a poco más de hora y media de Buenos Aires por la ruta Panamericana. Entre sus clubes de fútbol destacan el famoso Atlético Baradero, de escudo albinegro, cual Juventud de Turín, y el Sportivo Baradero, de escudo blanco con franja azul horizontal, estilo Gimnasia Esgrima de La Plata. Los hinchas de Atlético hoy se jactan de tener a un jugador suyo en el Ajax holandés, llamado Darío Cvitanich, mientras que los de Sportivo le recuerdan a su clásico rival que el más importante futbolista del pueblo, Miguel Ángel Mori, salió de las inferiores de su club.
Mori fue mediocampista central - o centre-half, como se decía antes - de Independiente, al cual arribó de muy chico luego de que el equipo de Avellaneda pasara por Baradero a jugar un amistoso contra Sportivo. Allí los DT visitantes de inferiores vieron a este hijo de panaderos, que con 8 años ya jugaba con pibes de 10 y 11, y se concertó una prueba. Al poco tiempo la comitiva salió tan entuciasmada que se equivocaron y lo llevaron a probarse Racing hasta que, visto el error, hicieron dos cuadras más y entraron en Independiente. Años más tarde Miguel Ángel reconoció en un reportaje que todo aquello acabó siendo "un presagio".
"La Chancha", como le decían, debutó en la primera de El Rojo a los 17 años, equipo con el cual ganó las Copas Libertadores de 1964 y 1965, siendo el jugador más jóven del club en conseguir aquel mérito. Una vez finalizada la última, Racing hizo un ofrecimiento a su vecino que cambiaría la historia de Miguel y del club cuando, sumido en el déficit económico, ofreció cambiar mano a mano a José Omar Pastoriza - uno de los mejores volantes centrales de la época - por tres jugadores de Independiente: Mura, Decaria y Mori. Los flamantes campeones de América ni lo dudaron y así el de Baradero pasó a Racing: "Me quería morir cuando cambié el lujo por camisetas rotas, todo mal..." dijo treinta años más tarde en un reportaje para el Diario Olé. Apenas arribó a La Academia sus compañeros enseguida notaron su carácter de hombre de pueblo: "La verdad es que Miguel era un tipo bien de campo. Con mucha simpleza, pero que a su vez se prendía siempre en las bromas y nunca te iba a dejar de dar una mano. Una persona de bien." (palabras de Humberto Maschio, ex enganche de Racing). En lo futbolístico, el centre-half mostró dos condiciones ejemplares. Una de ellas descrita así por su entrenador Juan José Pizzutti: "Era un cinco luchador que empujaba al equipo"; la otra, en palabras escritas por Julio Cesar Pasquato "Juvenal", periodista de El Gráfico: “Su claridad de toque para usufructuar los piques de sus delanteros con entregas largas o semilargas colocadas en espacios libres con precisión y potencia, listas para ser jugadas en velocidad, sin pérdida de tiempo”.
Racing fue campeón en el ´66 y enseguida comenzó la campaña por la Libertadores. Con Rulli y Mori como volantes de contención, el "equipo de José" llegó a las finales en el ´67. Pero Miguel no pudo jugar; un choque en una práctica con el Toro Raffo lo dejó afuera: "Me dieron una inyección y enseguida me puse todo hinchado y rojo como un camarón. En este brazo me dieron 38 inyecciones de Decadrón. Tenía seis médicos en el hospital. Crónica tituló Mori al borde de la muerte. Mi papá bajó en el puente Pueyrredón, vio el diario y se quiso morir. Estaba listo... No podía respirar...". La final la vio desde la tribuna con Rubén Díaz. Racing salió campeón de Ameríca y al poco tiempo jugó contra el Celtic Glasgow escocés y se consagró, luego de tres partidos, campeón Intercontinental: "Vale más la Copa del Mundo que todo lo que pasé en Independiente. Era la primera vez para un equipo argentino. Fue la alegría más grande. Y eso que no pude jugar".
Mori se retiró muy jóven de la práctica del fútbol con tan solo 29 años de edad. Nunca más pudo recuperarse de una rotura de ligamentos de la rodilla derecha, ocurrida en el Metro 68, tras un partido contra San Lorenzo de Almagro: "De domingo a jueves estaba en cama con hielo. Me movía un poquito el viernes y el domingo jugaba". Luego de un año en Newells y dos en Audax Italiano de Chile vino la reclusión en Baradero. Allí dedicó sus días a la atención de la panadería familiar y a la cría de palomas mensajeras. Su único regreso al fútbol fue en 1985, como entrenador de Sportivo. El 25 de mayo de 1995 le pusieron su nombre al polideportivo municipal, por decisión del Concejo Deliberante, y le entregaron "La orden del Baradero". El 13 de Abril de 2009 falleció a los 65 años en un hospital de Buenos Aires. En un día como hoy es probable que los hinchas de Atlético y Sportivo se sigan preguntando quién es el mejor jugador del pueblo. Pero la discusión acaba al rato nomás cuando aparece el nombre de un centre-half llamado " Miguelito Mori ".
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Fuentes:
Clarín, Diario Olé, Revista El Gráfico
El Futbolólogo

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