LAS FIERAS DE SALDANHA
Una vez eliminado el equipo brasileño del Mundial de Inglaterra, el entrenador Vicente Feola dejó la selección para nunca más volver. Otro que anunció su retiro fue Pelé, quien en 1969 marcó su gol número 1.000, mismo año en que Joao Havelange, presidente de la confederación brasileña de deportes, proponía como técnico a su tocayo Joao Saldanha. El del periodista era el octavo nombre de una larga lista que tuvo en las figuras de Mario Zagallo y Aymoré Moreira a los únicos dos que repitieron ciclo como técnicos de la seleção.
El currículum del nuevo DT, a decir verdad, no era el habitual. Se dice que Saldanha fue corresponsal de guerra y también que, como militante de izquierdas, había participado en la huelga obrera de los trescientos mil en Sao Paulo (1953) y apoyado a los campesinos del Norte del Paraná en su lucha por los derechos sobre la tierra. Su única experiencia como entrenador la había tenido en Botafogo, donde todavía se lo recuerda por una famosa corrida a tiros con el arquero Manga, luego de enterarse de que éste se había vendido en un partido contra el Bangú. Pero ¿por qué él y no otro? Lo cierto es que Havelange estaba harto de las críticas que recibía la selección y pensó que teniendo a un periodista de su lado, por no decir el más contestatario de todos, éstas cesarían. Aún así, el hombre no era ningún improvisado. Había sido jugador de Botafogo y como entrenador del mismo logró sacarlo Campeón Carioca en el año 57, haciendo alarde de un fútbol pleno de fantasía, ejecutado magistralmente en los pies de Nilton Santos, Didí y Garrincha.
Sin embargo, hubo una fecha crucial en esta historia: el 30 de octubre de 1969 el dictador Emilio Médici (el cuarto de la alianza ARENA) asumió la presidencia e inició una etapa conocida como Los Años de Plomo de Brasil. Médici no solo obligó a Pelé a volver a la selección, sino que mantuvo una tirante relación con Saldanha. El presidente necesitaba más que nunca del mundial para acallar las voces del hambre y la injusticia y por ello mandó desembolsar casi 1 millón y medio de dólares, cifra descomunal para la época, en la preparación del equipo. La cantidad dejó a las claras que el mandatario de ninguna manera dejaría pasar otra vez lo del 66, cuando el equipo fue sorprendido por rivales mejor preparados físicamente.
Pelé se convirtió enseguida en el objeto de poder de la lucha entre el periodista y el presidente. Hasta entonces, la delantera la constituían: Gérson, Tostão, Jairzinho y Rivelino. No había lugar para él y, de hecho, en un amistoso ante Bulgaria fue suplente de Tostão e ingresó en el segundo tiempo ¡con el número 13 en la espalda! Así y todo, el equipo jugaba extraordinariamente bien, tanto que Brasil clasificó invicto para el mundial de México´70 con 23 goles a favor en solo 6 partidos. En esos años la gente se identificó mucho con el equipo, que recibió el nombre de “Las Fieras de Saldanha”.
Luego de la clasificación, Médici se dio cuenta de que el verdadero problema no era Pelé, sino qué pasaría si Brasil salía campeón con un entrenador comunista. Por esa razón, luego de la lesión de Tostão, comenzó a presionar a Saldanha para que incluyera también al goleador del Atlético Mineiro, Darío Maravilla. La reacción del periodista fue contundente: “Que el general se ocupe de nombrar a sus ministros. La selección es cosa mía”. Pocas horas después, Saldanha recibió el telegrama de despedido.
El horizonte se veía negro. Zagallo se hizo cargo del equipo por tercera vez en cuatro años, sucediendo a Saldanha y teniendo solo dos partidos para armar la táctica. En el primero, amistoso ante Austria jugado en Río de Janeiro, el viejo wing izquierdo bicampeón del mundo hizo lo que otrora le enseñara su maestro Vicente Feola: escuchar el pedido de los mandamases del equipo. Así fue como en una habitación del Hotel das Palmeiras, donde Brasil concentraba para el partido, se juntaron con él Tostão, Rivelino, Gérson, Clodoaldo y Pelé y entre todos se definió cómo jugarían. Los seis acordaron defender con cuatro zagueros (dos centrales fijos y dos laterales con proyección), que Clodoaldo (volante central) no cruzaría la mitad de la cancha y que los cinco "manijas" (Jairzinho incluido) se harían cargo de presionar a los rivales en la línea alta y de organizar el ataque con un único lanzador fijo: Gérson. Así, en una charla amena donde también se dispuso que Pelé sería titular en todos los partidos y que Carlos Alberto, marcador de punta del Santos, sería el capitán, se gestó la mejor selección de fútbol jamás vista en toda la historia de los mundiales.
El sorteo de los grupos de México´70 generó una doble expectativa: en primer lugar, saber a qué rival tocaría enfrentar y, en segundo, a qué altura. México DF, a 2300 metros sobre el nivel del mar (msnm), fue la base del anfitrión y de sus compañeros del grupo A, Bélgica, El Salvador y Unión Soviética, quienes jugaron en el lujoso estadio Azteca recientemente refaccionado para los JJ.OO. de 1968. Un poquito más abajo, por el grupo B, quedaron a 2100 msnm en el estadio Cuauhtémoc de Puebla, Italia, Uruguay, Suecia e Israel. Por lo tanto –y luego entenderán por qué– los que lo tuvieron complicado fueron los alemanes, integrantes del grupo D junto con Perú, Bulgaria y Marruecos, quienes debieron enfrentarse entre sí a 2600 metros de altura, en el Guanajuato de León, todo para que Inglaterra, del todavía presidente de la FIFA Stanley Rous, recibiera los beneficios de jugar sus partidos a escasos 1500 msnm en el Estadio Jalisco de Guadalajara. Obviamente, el regalo del mandatario y de los mexicanos –por qué no decirlo– benefició también a sus rivales del grupo C: Checoslovaquia, Rumania y, especialmente, a Brasil.
La confianza del equipo de Zagallo aumentó cuando en el mes de mayo Brasil enfrentó en un amistoso al campeón mexicano, el poderoso Guadalajara, en el mismo estadio donde jugarían durante el mundial. El equipo ganó 2-0, con goles de Tostão y Pelé, demostrando una formidable adaptación a la altura. Por ello, cuando los checos golpearon primero con un gol de Petras en el primer partido de la Copa, las fieras supieron responder. La notable diferencia física y técnica del equipo se reflejó en el resultado (ganaron 4-1*). Así llegó Brasil a su segundo partido contra los campeones ingleses, pleno de confianza en su poderío. No obstante, muchos aseguran que los británicos fueron los rivales más duros de la competición y por ende, la victoria final, por 1-0, tuvo el doble mérito de asegurar la clasificación y la sede para los cuartos. Los ingleses debían ganarle a los checos en su tercer partido y esperar a que Brasil perdiese por goleada ante Rumania si deseaban aspirar a quedarse en Guadalajara. La jugada de Rous acabó saliendo mal y, aunque Inglaterra finalmente clasificó para la segunda ronda, en cuartos le esperó Alemania a 2600 msnm**.
Brasil le ganó a Rumania por 3-2 y en cuartos debió enfrentar a Perú. El equipo andino solo había perdido un partido ante la Alemania de Beckenbauer & Cía. La delantera, constituida por Sotil (suplente de Baylon), León, Cubillas y Gallardo, era un espectáculo. Challe y Miffin, a su vez, eran dos dúctiles centrocampistas y hasta Rubinos, el arquero, era seguro. Pero la defensa, salvo su líbero Héctor Chumpitaz, era el punto más débil del equipo. Así y todo, Perú era un calco de Brasil y los años dieron cuenta de que ambos países llevaron a México las mejores selecciones de toda su historia.
Sonó el himno de Brasil y Didí, técnico de Perú, se paró para escucharlo, emocionando a la gente con su gesto. Tres bicampeones del mundo –él, Pelé y Zagallo– se chocaron a lo grande. Elegir los mejores momentos del partido es imposible. Todo el partido fue buenísimo. Brasil jugaba vertical y Perú con parsimonia, atacaba uno y respondía el otro. Las fieras dispararon 27 veces al arco y los incas 22. Un resbalón de Campos le dejó el balón servido a Tostão, que habilitó a Rivelino para que marcase el 1-0. Luego el mismo Tostão metió una pelotazo imposible entre el palo y el arquero antes del minuto 15 y, a la media hora, Gallardo recibió un pase de cuarenta metros de Chumpitaz y definió igualito que Tostão, demostrando que a Perú también le sobraba categoría. En el segundo tiempo, Tostão aumentó su cuenta personal a lo que Cubillas respondió con un gol a los 25 minutos y un remate que casi empata el partido. Faltando 15´ para finalizar el emocionante encuentro, Jairzinho, fiel a su cita con el gol, selló el 4-2 definitivo a favor de Brasil.
La semifinal también fue sudamericana. Uruguay le había ganado a la URSS por 1-0 en cuartos y tres días después de enfrentar a Perú, Brasil jugaba contra los bicampeones charrúas luego de veinte años sin verse las caras en los mundiales. La última vez había sido el famoso “Maracanazo”. Confieso que luego de ver el partido (completo), entendí mejor que nunca las palabras de Enrique Macaya Márquez cuando dijo que: “Pelé le cambió la vida a Brasil, apareció y Brasil empezó a ganar todo. Antes eran un buen equipo que se asustaba con unas patadas”.*** Aquel fue el mejor partido de "O Rey", para mi gusto, y aunque las fieras ganaron 3-1 con goles de Clodoaldo, Jairzinho y Rivelino (Luis Cubilla marcó por Uruguay), sigo creyendo que sin él Brasil no hubiese podido llegar a la final.
En la otra llave, como se imaginarán, Inglaterra cayó ante Alemania. El empate a 2 durante los 90 minutos reglamentarios obligó a jugar la prórroga que desenterró los fantasmas de Wembley de la final del 66. Pero Alemania tenía más resto por estar habituada a su sede y dejó afuera a los campeones con un gol de Seeler.
La semifinal fue contra la campeona de Europa, Italia, en un partido para la leyenda. Ambos eran unos equipazos. Alemania era la tortura china, iba al frente los 90 minutos. Italia era un peleador de barricada, defendía con un ejército en el arco y salía de contraataque. Los azzurros se aventajaron con un gol de Boninsegna en el minuto 10 y así aguantaron todo el partido, que empezó a ganar intensidad a medida que se acercaba la hora y los alemanes no conseguían marcar gol (metieron dos tiros en los palos). Encima de todo, Beckenbauer se lesionó el hombro tras rodar en la puerta del área italiana luego de una falta recibida en el segundo tiempo. El Káiser no pudo ser sustituido**** y siguió jugando con un vendaje horroroso e incómodo. Pero como dice el refrán "tanto va el agua al cántaro que al final se rompe" y los teutones lograron empatar por medio de Schnellinger, marcador central del FC Milan de Italia, que conectó un centro del wing izquierdo Grabowski ¡en el minuto 92! Lo que siguió después fue terrible, emocionante ¡para el infarto! En 30 minutos se marcaron 5 goles. Boninsegna volvió a anotar para Italia (2-1) y a él le siguió Müller (2-2). Luego desniveló Riva (3-2) y empató otra vez Müller (3-3) que con sus dos golcitos alcanzó los 10 y se convirtió en el máximo artillero de la Copa Mundial. Sacó Italia, fue hasta el arco y marcó Rivera (4-3 definitivo). Italia llegó a la final luego de treinta y dos años con toda la ilusión que le daba una victoria épica. Pero también, hay que reconocerlo, con un desgaste que la dejó herida de muerte.
La final de 1970 fue un encuentro donde uno de los equipos fue literalmente “aplastado” por su adversario. Luego del primer tiempo, que acabó 1-1 (goles Pelé y Boninsegna), Brasil se decidió a jugar al gato y al ratón con Italia bajo el enfermante solazo mexicano. Los europeos no le encontraron la vuelta al partido, ni siquiera cambiando las marcas, y debieron asistir al monólogo de los sudamericanos que tenían resto como para jugar otro mundial más. Con Italia como mero espectador, el cuadro de Zagallo sacó a relucir su mejor fútbol, al mismo tiempo que los periódicos vespertinos preparaban las rotativas con la frase: “Ganó el Jogo Lindo”.
El 2-1 fue obra de Gérson, que jugó prácticamente todo el encuentro desmarcado, a sus anchas. El "cerebro" se encargó de poner el pase de cuarenta metros que bajó Pelé de cabeza en segundo palo para Jairzinho, presto en el primero para entrar con pelota y todo en el arco italiano a los 25´ del complemento. El cuarto gol es un tema aparte. Jairzinho se corrió hacia la izquierda, arrastrando consigo a su marcador, Facchetti. La jugada -predeterminada- dejaba libre la banda derecha defendida por el capitán italiano. Luego de la recuperación de Tostão, éste le pasó el balón a Piazza y a partir de entonces Italia no volvería a tocarlo hasta después del gol. Corría el minuto 41 y entre Clodoaldo, Gérson y Pelé hicieron tres pases en la media cancha. La pelota fue a dar otra vez a los pies de Clodoaldo, que se gambeteó a ¡cuatro italianos! antes de entregársela a Rivelino. Como si nada, empezaron a las señas. Clodoaldo le hizo un ademán diciéndole "-¡Lánzala para Jairzinho!-". El "Furacão" recibió pegado a la banda y dribbleó a Facchetti antes de dársela a Pelé. Hasta ahí todos creían que "O Rey" marcaría el último gol de Brasil, pero no. El 10 hizo caso a la seña de Tostão ("-¡A la derecha, a Carlos Alberto!-") y en un acto casi protocolar, le dio la pelota a su capitán como entregándole un legado. Acto seguido, su compañero en el Santos reventó el arco de Albertosi con un tiro cruzado y Brasil fue "Tricampeão do mundo".
Cuando la selección llegó a Río los esperaba una muchedumbre y el presidente Médici. Pelé saludó al dictador con un abrazo efusivo y Carlos Alberto le entregó el trofeo Jules Rimet, que quedaría en el país para siempre. Cuatro años más tarde, en Alemania, Holanda le haría competencia a este equipo del 70, alimentando la polémica para aquellos que gustan de elegir a los mejores de la historia. Para mí, este Brasil fue superior porque ganó su mundial de par en par y con notable diferencia sobre sus rivales. Mientras tanto, en el palco oficial Médici alzó la Copa y su pueblo respondió a viva voz. El mérito se lo darían Zagallo, pero las fieras eran de Saldanha.
ACLARACIONES
* En el primer partido de Brasil (victoria por 4-1 ante Checoslovaquia) Pelé metió un globo desde 50 metros que casi entra en el arco de Viktor. Luego habilitó a Tostão con un puntinazo lleno de efecto y hasta marcó en el segundo tiempo un golazo de derecha, previo giro con la pelota pegada al pecho.
·· México´70 fue el primer mundial transmitido a color y también el primero en donde aparecieron las publicidades alredeor del campo. Por eso la mayoría de los partidos se jugaban al mediodía, primero, para que no se proyectara sombra y se pudiesen captar mejor las imágenes por TV y, segundo, para que la mayor cantidad de países posibles (sobre todo los europeos, que tienen entre 4 y 5 hs. de diferencia con México) pudiesen ver las publicidades durante los partidos.
*** Hace unos años, la FIFA premió a aquellos periodistas con al menos 11 mundiales y Enrique Macaya Márquez recibió un diploma y una réplica de la Copa del mundo. Hoy es el segundo periodista con más cobertura de mundiales, detrás de Malcom Brodie, escocés que empezó a transmitir en Suiza´54. Sudáfrica será el 14° Mundial del argentino.
**** México´70 fue el primer mundial donde se usó la tarjeta amarilla para menguar la violencia de los partidos que, sobre todo en Chile´62 e Inglaterra´66, habían opacado la competición, y también el primero donde se reglamentaron los cambios. Eran dos por equipo, más el arquero. Pero cuando Beckenbauer se lesionó en la semifinal ante Italia, Alemania ya había hecho ingresar a Libuda por Lohr (8´ del ST) y a Helld por Patzke (21´ del ST).
FUENTES (CITA)
Macaya Márquez: EL GRÁFICO 100x100: "Hasta ahora, Maradona no demostró estar capacitado para dirigir" 07/04/2010
El Futbolólogo
¿Debo creer en Macaya Marquez? ¿Debo preocuparme por esas palabras? Hay, Futbolólogo, necesito unas palabras de sosiego para este mundial, ya estoy caminando por las paredes!!!! Abrazo!
ResponderEliminar