Beckenbauer vs Passarella
DUELO DE KÁISERES
-Beckenbauer: segunda parte-



Una vez finalizado el Mundial de México´70, al fútbol europeo y especialmente al holandés, polaco y alemán le sobrevino una etapa de total supremacía que llegó a mantenerse, incluso, hasta finales de la década. Por el lado de Holanda, entre el Feyenoord y el Ajax se repartieron las primeras cuatro ediciones de la Copa de Europa, mientras que su seleccionado logró disputar dos finales consecutivas de Copa del Mundo (1974 y 1978). A su vez, Polonia se hizo con la medalla de oro olímpica en Munich´72, con Kazimierz Deyna como máximo anotador (9 dianas) y con Gregorz Lato como figura, siendo, el propio Lato, máximo artillero de la Copa del Mundo de 1974, con 7 tantos.
Pero si estos logros parecen enormes, lo de Alemania Federal fue aún mayor. Por empezar, lograron la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos del´72 –que debieron compartirla con la URSS tras un 2-2 en la definición por el tercer y cuarto puesto- sin contar esta vez con Beckenbauer, cuya preparación entonces debió enfocarse en la Eurocopa de ese año y en ganar la Bundesliga. En la primera, disputada en Bélgica, el Kaiser consiguió alzar su primer trofeo como capitán del combinado nacional (un equipo formidable integrado por Maier; Höttges, Schwarzenbeck, Beckenbauer, Breitner; Hoeness, Netzer, Wimmer; Heynckes, Müller y Kremers) cuya base la constituían el Bayern y el Borussia Mönchengladbach y que en la final terminó repitiendo otra vez la definición frente a Rusia, solo que esta vez con un 3-0 a su favor.



Una vez acabado el torneo, el Bayern, con Beckenbauer a la cabeza, ganó la Bundesliga y para finales de ese año el Kaiser obtuvo la máxima distinción del fútbol europeo: el Balón de Oro. Inspirado por ese logro, otra vez ganó la Bundesliga (1973).
En 1974 Alemania repitió la jugada de los mexicanos, organizando una Copa del Mundo dos años más tarde de finalizados los juegos Olímpicos de Munich. Berti Vogts, Wolfgang Overath y Juergen Grabowski, de la vieja guardia, más los debutantes Rainer Bonhof y Bernd Hoelzenbein, completaron la lista del equipo de Schön. El campeonato comenzó y otra vez Holanda y Polonia mostraron marcada ventaja sobre el resto. Alemania Federal, luego de un apretado triunfo 1-0 frente a Chile (definido con un golazo de Breitner) enfrentó por primera y única vez en un Mundial a su par del Este, Alemania Democrática, contra la que no jugaban desde que el muro separó al país. El encuentro fue emotivo, pero el equipo del Kaiser perdió 2-0 poniendo en peligro su clasificación para la segunda ronda. La situación fue tan alarmante que, según palabras del periodista alemán Raimund Hinko: “Después de perder por 1-0 ante la RDA, Franz Beckenbauer y Gerd Müller prácticamente organizaron un motín y asumieron la toma de decisiones desautorizando al propio seleccionador. Helmut Schöen ya no era el técnico (...) Y hay que decir que después las cosas fueron bien así.”
Ganaron todos los partidos, inclusive ante Polonia, sin parar hasta llegar a la final. Allí los esperaba el mejor seleccionado europeo jamás conocido: la Naranja Mecánica de Rinus Michels y del hasta entonces doble Balón de Oro, Johan Cruyff. Los dos capitanes se dieron la mano en el centro del campo, ante las cámaras. La imagen lo decía todo: “Lo ganaremos fácil... (Cruyff) Lo ganaremos nosotros (Beckenbauer)". Una escena irrepetible, preludio de una final que el Kaiser no dejaría escapar por nada del mundo.
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Beckenbauer ganó el Mundial y Cruyff el Balón de Oro, algo que no le sentó bien a mucha gente ya que ese mismo año el Kaiser también había ganado la Bundesliga y la Copa de Europa (antigua Champions League). Sin embargo, todo aquello no pareció desmotivarlo. Al año siguiente repitió la Copa de Europa con su querido Bayern -sin jugar la Intercontinental, como ocurrió en el´74- y ya para 1976, la volvieron a jugar, la volvieron a ganar y entonces sí aceptaron el desafío de enfrentar al Cruzeiro de Brasil por la Intercontinental. La definición fue con un 2-0 bajo la nieve de Múnich y con un empate 0-0 en el Mineirão de Belo Horizonte, que les alcanzó para consagrarse por primera vez campeones intercontinentales. Mientras tanto, con la selección los logros no se detenían. Al revés que en 1972, Alemania ganó la Medalla de Oro de los Juegos Olímpicos de Montreal´76 pero no ganó la Eurocopa, en la que perdieron la final por penales contra le ex Checoslovaquia. De todos modos, los títulos para el Kaiser ya eran más que suficientes para coronarlo con su segundo Balón de Oro (1976).
En 1977, este jugador decidió mudar su fútbol a Norteamérica, tal como era la moda de aquella época. Allí jugó para el New York Cosmos de su amigo Pelé hasta su regreso al fútbol alemán en 1982 (Hamburger SV), previo paso a su retiro en 1983. Para el mundial de 1978 su ausencia, podría decirse, encontró un sucesor en la figura de Daniel Passarella, un zaguero goleador y un líder que bien valió la comparación, en aquel entonces, con el múltiple campeón alemán. De él hablaremos la próxima semana. Hata entonces nos despedimos con estas imágenes de der Kaiser, uno de los mejores futbolistas que ha dado esta profesión.






El Futbolólogo

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